Para los que tengáis ganas de leer un “tochete”, ahí va una crónica del viaje.
Al tema:
Desde hace años que conocíamos, fundamentalmente por revistas, de la existencia de esta reunión de “zumbados”, y es que, así contado sin haberlo vivido, ¿cómo calificarías a alguien que se coge la moto y se larga a pasar la nochevieja a un camping de los Pirineos, para volver un par de días más tarde en unas condiciones meteorológicas, a priori, “no muy favorables”?. Bueno, pues a principios de este Diciembre pasado empezamos a plantearnos convertirnos en unos de esos “zumbados”, y sin saber muy bien cómo, al final “tiramos pa´lante” como ya comentaba en el post:
http://www.vstromclub.es/viewtopic.php?f=2&t=32405
Finalmente salimos el martes 30/12/08 por la mañana, para llegar a Anzánigo antes de que nos pillase la noche, por motivos que no precisan explicación. Finalmente hicimos la ruta Salamanca – Valladolid – Burgos – Logroño – Pamplona – Puente La Reina de Jaca – Anzánigo. Unos 600 km más o menos de ida. El día anterior los “hombres del tiempo” pronosticaban sol y nubes para toda la zona por la que se desarrollaría el recorrido... debido a lo cual y como era previsible, el sol ni lo vimos, tuvimos parte de lluvia y sobre todo mucha niebla, durante la mayor parte del recorrido. La verdad es que no sé para cómo c*ño hacen los pronósticos del tiempo, al menos en España: es vergonzoso lo muchísimo que se equivocan, y no hablo de pronósticos a 15 días, no: hablo de hoy para mañana. Y lo más penoso es que son infinitamente más fiables páginas on-line americanas, que aciertan más con el tiempo que va a hacer en Logroño (por ejemplo) que nuestro I.N.M. (ahora A.E.MET, supongo que por quitar la palabra “Nacional” de en medio... pero bueno, no vayamos por ahí). En fin, volviendo a lo nuestro: que durante el viaje de ida rodamos siempre sobre firme mojado, aunque afortunadamente sin lluvia fuerte. También por suerte las temperaturas fueron suaves: en todo el viaje estuvimos en una horquilla de entre +4 y +10 ºC.
Así, con unas condiciones meteorológicas bastante mejores de lo que podrían haber sido en estas fechas, y con cierta dosis de prudencia extra obligada por el asfalto siempre mojado, finalmente llegamos al camping de Anzánigo a eso de las 6 de la tarde, cumpliendo (por los pelos) el objetivo de no viajar de noche.
La entrada al camping viene a ser esto:

Nada más llegar nos recibió Emilio (oyó el motor de la V y salió a recibirnos), que es el “sheriff” del tinglado aquel. Nos dio la bienvenida y la llave de nuestra cabaña (más adelante hablaré de ésta) y después de dejar los trastos y aparcar la moto debajo de un pequeño pino, volvimos al bar del camping, donde en dos minutos, con unas birras en la mano y al calorcillo de la chimenea, ya estábamos de cháchara con otros moteros que habían llegado antes que nosotros. Contándonos ya a nosotros, en la noche del día 30, creo recordar que éramos unos 14 ó 15 moteros los que dormiríamos ya esa noche en el camping.
El bar tiene montones de cosillas (posters, fotos, revistas...) relacionados con las motos. Por ejemplo:




Un rato más tarde, cena todos juntos en una misma mesa, junto a Emilio, de nuevo a la vera de la chimenea, que no veas lo bien que sentaba después de 600 km en moto en invierno.
Tras la cena, los carajillos de rigor, las batallitas moteras de unos y otros, y un pase de fotos (DVD) de Germán, un gran motero y bellísima persona, que con sus 62 años a cuestas sigue haciéndose viajes de este pelo y muucho mayores. Es más: el pase de fotos fue de su viaje en moto, con otros amigos, por Nueva Zelanda. También había estado en Chile, Europa ya se ha había pateado a base de bien (incluyendo la isla de Mann), y ahora andaba medio planeando un viaje a Perú, siempre sobre moto (propia o alquilada) para dentro de unos meses. Lo dicho: un motero 100% y una magnífica persona. Tras todo ello, cuando el cansancio y el sueño empezaron hacerse presentes, nos retiramos a dormir a “nuestros aposentos”.
Como dije antes, en nuestro caso se trataba de una pequeña cabaña de madera que tenía una cama doble a un lado de la puerta, una simple al otro, y sobre las anteriores, otras dos literas simples. Nosotros sólo éramos dos (Marga y yo) por lo que teníamos sitio de sobra para dejar las maletas de la moto, la bolsa sobre-depósito, cascos y todo el montón de ropa / equipación que llevábamos puesta, que una vez quitada, no veas lo que ocupa. Y más en nuestro caso, que no sabemos “medir” y siempre llevamos más ropa y cachivaches varios que terminamos no utilizando.
Para que os hagáis una idea, la cabaña era esta:


Nosotros, además de nuestros sacos de dormir, alquilamos en el camping un juego de cama (sábanas y manta) y toallas, que ni de coña nos habrían cabido en nuestras ya repletas maletas

Para el frío la cabaña tenía un radiador eléctrico que, unido a las temperaturas suaves que tuvimos, a los sacos de dormir, manta, etc, hicieron que no pasásemos ni pizca de frío. Lo de las temperaturas suaves (en esta ocasión) parece mentira, pero fue cierto: durante la noche, si llegó a helar, fue tan débilmente que por la mañana no quedaba rastro de hielo ni escarcha, aunque sí humedad a punta pala. La falta de frío por una parte la agradeces (obviamente), aunque por otro lado por dentro se te queda un regustillo a que “yo venía a estar bajo cero y a tirarme luego el pegote con los amigos”... Emilio nos dijo que lo de este año era un caso totalmente inusual: que a estas alturas lo normal allí era tener heladas nocturnas de 8, 10 e incluso 12 ºC bajo cero. Lo comprobaremos en una futura ocasión

El día siguiente (ya día 31), de la cama a la ducha: ¡no veas que frío, eso de meterse en las típicas duchas de camping, pero al pie de los Pirineos y en pleno Diciembre!... se te queda chiquitina, chiquitina... digo la toalla, malpensados, que ojalá fuera más grande

Vista general exterior del monasterio:

El Santo Grial que según la leyenda, allá guardaron en el S.VIII (lo que hoy está expuesto se entiende que es una copia del verdadero):

Vista de los arcos del patio:

Tras la visita al monasterio nos fuimos a Jaca, pero no paramos y continuamos ascendiendo hasta llegar a Somport (ya casi-casi en Francia), donde comimos. Tras la comida, un ligero paseo y pisar nieve (no se puede ir a los Pirineos en Diciembre y no pisar nieve: es pecado). Después regresamos a Jaca, a tomar algo y, muy importante: a hacer una foto de una placa colocada en la fachada del Ayuntamiento, que reza que la altitud ahí es la misma que en Sigüenza (Guadalajara); hecho este que pasaría desapercibido de no ser porque dos de nuestros compañeros de ruta eran de Sigüenza, y había que hacerle una foto a la placa sí o sí. Desgraciadamente la fachada del Ayuntamiento estaba en obras y la placa estaba tras una vallas y parcialmente tapada con materiales de construcción. No obstante, aquí está la cutre-foto que prueba todo lo anterior


Un chocolate calentito

Una vez en el camping, un par de horas más en el bar, hablando con los amiguetes ya conocidos desde “ayer” y a otros nuevos que habían ido llegando a lo largo del mismo día 31, y que si cervecita por aquí, que si historieta por allá, sin darnos cuenta llegó la hora de pasar al comedor para la cena

En el camping hay diferentes opciones de pernoctar: tienda de campaña (para los más valientes... y alguno hubo), caravanas, cabañas de madera, habitaciones (albergue) y un barracón común. En uno de los “edificios” se situaba el comedor, presidido en su centro por un gran fuego que calentaba toda la estancia y que, aunque no fue el caso, seguro que promete unas barbacoas memorables, de esas de hacer girar todo el cerdo (o jabalí) de una pieza sobre las brasas.
Alrededor de ese fuego se habían colocado las mesas, como veis en la foto siguiente, por lo que durante la cena se estaba calentito.

De la cena pues deciros que nos gustó mucho: unos entrantes a modo de picoteo para empezar, mientras seguíamos todos hablando entre nosotros, presentándonos unos a otros ("ah, ¿qué venís de Salamanca?, pues venid, que os presento a Alberto, que viene de Valladolid..."


Unas fotos del tinglado:
Esta era nuestra mesa (nada estaba preorganizado: cada uno se sentaba, por supuesto, donde quería):

Estos dos son la caña: el que está descorchando la botella es Germán (del que ya os he hablado antes), y detrás tiene a “El Abuelo”, vacilándole con el gorrito, y que no paraba de hacer chorradas, chistes... aco*onantes los dos personajes, por lo buenas personas y buen humor sin límites.

Y aquí Rafa “el Chikitín” (¿adivináis cuál de ello es, con ese apodo?), Jorge, Marga y “El Abuelo”

Con las uvas hay que decir que no nos equivocamos, que respetamos los cuartos, y nos comimos todas las uvas cada una en su momento. Tragada la uva nº 12, y ya en 2.009, abrazos, besitos (para ellas), más brindis y el momento de desearnos a todos (los que estábamos allí, y también a todos los moteros que no estabais) un feliz 2.009. Por cierto: decir que finalmente allí nos juntamos en esta edición 50 moteros, de los cuales creo así a “ojo de buen cubero” aproximadamente 15 serían chicas. Y entre ellas NO cuento a “esta” que apareció para carcajeo general ya cuando andábamos todos bailando y tomando copas


Y así, entre risas, con buena música, copas a tutiplén y con un ambiente de sano compañerismo (casi diría que incluso “familiar”) propiciado por lo reducido de la asistencia (repito, un@s 50 moter@s, además de Emilio y familia), continuamos hasta horas variables: algunos nos recogimos pronto (en nuestro caso a eso de las 3 de la mañana), pero otros cerraron el chiringuito, como nos contaron a la mañana siguiente, a eso de las 6 ó 7 de la mañana.
Ya en la mañana del día 1, ¿qué mejor que un almuerzo de los de verdad?. No veas como entraban los huevos fritos con butifarra o chorizo a la brasa, pan y finalmente el café / cacao y bollería para quien quisiese rematar a lo grande. Se ve que a Marga, como a todos los demás, le gustó:

Y tras el almuerzo llegó el agridulce momento de recoger los trastos e iniciar la vuelta a casa. Por un lado contentos, dado que lo habíamos pasado genial, habíamos hecho nuevos amigos con lo que habíamos compartido la noche más especial del año, pero por otro lado algo tristes precisamente por llegar el momento de dejar eso atrás y tener que volver “a la realidad”


Como os decía, nosotros finalmente salimos del camping a la 1 del mediodía del día de añonuevo, más o menos como teníamos previsto. Llegamos a Burgos, deshaciendo el camino de ida, a eso de las 5 de la tarde, y allí pasamos el resto de la tarde y la noche, en un hotel. Afortunadamente el 95% (por decir algo) del viaje “parcial” hasta Burgos fue con “buen tiempo”, es decir, frío (moderado) pero sin lluvia ni niebla, y con el firme seco, gracias a lo cual pudimos comprobar lo divertidos que son los 80 km más cercanos al camping, con muchas curvas, con un firme en estado bastante decente, bordeando el embalse de Yesa. Una vez superados esos divertidos 80 km (en los cuales nos cruzamos con unas 5 ó 6 motos, de las cuales una era una V), la carretera nacional ya se hace mucho más recta y aburrida, y ya no te cuento al entrar a autovía: un rollo sólo “amenizado” por la búsqueda del radar que te puede j*der el día, detrás de cada arbusto, o en los pasos de mediana, o móvil.... Gracias, Sr. Navarro: ahora sí que se va seguro por autovía, mirando mucho más a las cunetas que a la calzada

Y ya el resto no tiene historia: salimos de Burgos el día 02 hacia Salamanca (es decir, los últimos 250 km del viaje), todo por aburrida autovía, con lluvia bastante leve en algunos momentos, pero con temperaturas suaves. Un trámite sin nada que destacar.
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Y creo que es “de ley” no concluir sin dejar constancia de lo siguiente:
* Por no alargar esta “crónica” he omitido entrar en detalles de otros moteros, desde ahora amigos, cada unos con su historia, su anécdota... como Rafa alias “Chikitín”, Jorge, su hermano “El Abuelo” (con este, a veces me dolía el pecho de reirme sin parar), Marcos, Alberto, Javier alias “Silencio”, y muchos otros... Ellos ya saben que en Salamanca tienen dos nuevos amigos y compañeros para lo que necesiten.
* A vosotros, compis del foro, un consejo (si me lo permitís): aprovechad si tenéis la ocasión, a acudir a algún tipo de evento del estilo de este: lo reducido del “aforo” hace que os acabéis conociendo todos, y eso es muy gratificante. No es que estén mal las “macro-concentraciones” tipo Pingüinos, Faro, etc... pero indudablemente estas últimas son mucho más impersonales, ya que no dejas de ser una hormiguita más entre otras 35.000. Creo que lo ideal es conocer unas y otras, ya que ambas tienen “su cosa”, pero tras esta Motonochevieja yo no tengo duda: el ambiente de compañerismo y camaradería de la pequeña no lo tiene ni por asomo la grande, al igual que la primera no tiene el follón, movimiento y “ruido” (entiéndase esto en todas sus acepciones) de la segunda. Es sólo mi opinión.
* Y por último agradecer a Marga que, con lo friolera que es, no se lo pensase ni un momento e incluso fuese ella la que diera los últimos “empujones” para decidirnos a acudir. A ver si a la siguiente vamos “juntos pero separados”: yo con la V y ella con su Burgman 400, cuando tenga un poco más de experiencia con ella (ya que la tiene desde sólo desde este verano pasado). Y si no los dos con la V otra vez, que ya se sabe el camino

Vssss!!!
PD.- El siguiente evento que se organiza en Anzánigo es el “Jabalistreffen”, a primeros de febrero. Nos dicen que entonces siempre hace bastante más frío que en nochevieja... ¿Algún valiente por ahí?

Para más info:
http://www.anzanigo.com