La noche del pasado sábado, fuimos con unos amigos como se suele decir, de copas.
Al final, perdí la cuenta de lo que me había tomado en aperitivos, vinos, caipiriñas, mojitos y otros cócteles.
Dándome cuenta de lo borracho que estaba, hice algo que nunca había hecho en mi vida. Dejé mi coche y cogí un autobús.
Créanme, volví a casa con una sensación de seguridad absoluta y sin ningún tipo de problemas.
Y lo que más me gustó es que nunca había conducido un autobús antes.






