Soy Carlos de Cartagena, aunque realmente sólo llevo 15 años por estas tierras ya que soy de Melilla y cuestiones de trabajo me hizo echar raices por la Costa Cálida.
Estoy encantado de pertenecer a este club por el buen rollo que lleváis todos.
Bueno, os cuento la aventura de cómo ha llegado una V a mis manos.
De siempre me han gustado las motos, la primera que me compré fue una GS500 que la vendí (impecable) a los dos años porque tuve mi primera hija y me compre un coche.
Desde entonces, no he encontrado la ocasión de poder comprarme otra moto porque con dos coches en la familia y dos hijos y tal y tal, la economía no estaba para tirar cohetes.
A los largo de los años he tenido varios intentos de motorizarme pero mi mujer me ponía los pies en la tierra. Siempre me convencía.
Además, soy aficionado a la fotografía, y esta afición requiere recorrer muchos sitios y caminos para llegar a lugares dignos de ser fotografiados y en coche te gastas una pasta en gasolina y además no puedes llegar hasta donde quieres; tienes que dejar el coche a pie de camino y seguir andando con todo el equipo de fotografía, trípode, nevera con cervezas

De ésta forma ya puedo lograr zonas inaccesibles para los coches y me da menos pereza de salir.
Pero... ¿qué pasa? que al tener moto, quieras o no, al final terminas saliendo con otros moteros bastante bien equipados de máquinas y mi Freewind se quedaba muy pequeña.
Un sólo pistón pegándote debajo del sillín no era nada cómodo. Llegó un día que probé otras motos de trail bicilíndrica y eso es lo peor pude hacer.
Ya quería una V-Strom para salir a rutear y además.
Así que me puse a la búsqueda de una V de segunda mano en las ventas en internet. En ésta zona de por aquí no se mueve mucho esta moto de reventa.
Llamé a unos cuantos vendedores pero siempre llegaba tarde... la moto ya está vendida... me decían.
Un día, algo desanimado, encontré una K5, equipada hasta arriba, con el 100% de extras, muy bien cuidada y con toda la mecánica hecha y cambiada.
Lista para rodar, sin pasar por taller ni nada.
En las fotos estaba perfecta, de hecho, su antiguo dueño era de este club y en la cúpula tiene la pegatina del mismo.
Fue él quien me animó a entrar aqui.
La única pega es que nos separaban 700 kilómetros entre Cartagena y Lleida. Pero...¿ y lo bien que me lo pasé subiendo en el Talgo y bajando con mi V?
No dudé hacerme con esa moto por la garantía que me daba su dueño, la presencia de la moto y todos los extras que lleva. El caso es que si quisiera ponerle algo, no tengo más sitio.
Hace un par de semanas que la tengo y va a la perfección. Suave y ésta sí que es una moto.
Espero hacer alguna salida con vosotros si el trabajo me deja.

Salud y gracias por aguantar todo este rollo.
Carlos