La cena, fantástica, abundante y muy bien de precio.
¿Qué más se puede pedir? Éste Pirracas se las sabe todas.
Un jamón de primera, unos boquerones estupendos, los pimientos del padrón casi no picaban pero se compensaba con unas croquetas sorprendentes, boquerones en su punto y en un lecho de lechuga tiernísima, el pulpo “a feira” tierno y bien sazonado, y unos chipirones para rematar de los que no quedó ni la sombra. Todo regado con un buen vino ribeiro hasta los postres.
Algunos estuvieron a punto de sucumbir ante el ofrecimiento de un buen entecotte, aunque desistieron ante el abucheo general…
De postres, unas “delicatessen” de aúpa.
Cafés y cómo no, un par de botellas de guiskipich !! (bueno, una y media….)
La compañía, ni falta hace decirlo, de primera: Pirracas, con sus excelentes disertaciones (aunque no siempre acertadas según la opinión de algunos asistentes) sobre lo divino y lo humano; PapaToni que nos explicó sus viajes a través del ancho mundo (aunque se dejó alguno en el tintero); Paco V-1000, cuya sensatez fue un buen contrapunto a las disquisiciones de la mesa, Albert, el Presi en funciones mientras no se diga lo contrario (que se dedicó a llevarle la contraria toda la noche al Gran Maestre); Lino que nos sorprendió con su nuevo look; Joan alias VMan, mi guía de las rotondas; y por último y no menos importante y llegado de Cardedeu, nuestro buen Sharkblach que nos regaló con su presencia.
Al día siguiente, es decir, hoy, un servidor de Vds. ha tenido el honor de compartir una rutilla con Albert y Lino.
Me han recogido en el punto acordado. Una niebla que pa qué y que nos dejaba las viseras de los cascos chorreando.
Enfilamos hacia Cantonigrós, La Salut y hasta Olot. Yo iba el tercero (éramos tres o sea…) y me he esforzado muchísimo en seguirles. ¡Qué bien! ¡Qué bueno soy! ¡Soy capaz se seguirles! Apurado, eso si, pero les sigo.
Primera parada. Me exclamo con Albert:
-
¡¡Uff !! - queriendo indicar que su ritmo es muy alto para mi pero que consigo seguirles.
-
Si -me responde-
Eso de que la carretera esté mojada es una lata. Hemos tenido que ir muy despacio ¿Verdad?
Glups !
En el siguiente tramo me esmero a fondo.
Otra paradita y más cháchara.
-A lo mejor os estoy retrasando, ¿no? Yo suelo ir despacio…- con la esperanza que reconozcan la pericia que acabo de demostrar.
-
No te preocupes, he rodado con gente que todavía va más lenta que tu.
¡Glups!, ¡¡¡ glups !!!!
Otro tramo, otra paradita cortita. Justo para reconocer (aunque ellos no lo han visto, claro) que he hecho un pequeño “recto” y casi me como lo verde. Susto que he podido rectificar ni sé cómo.
Otra parada ya en Olot.
-
Bueno, nosotros, ahora que hace sol, vamos pasando y te esperamos en el Bikers Bar de Vallfogona, ¿vale?
-
¡ Si, si ! Ningún problema. Llegaré enseguida…. Vosotros id tirando y disfrutad.
¡Glups, glups, glups!
Se ponen delante y a la tercera curva les pierdo de vista.
Bueno -pienso-
yo voy rapidito o sea que muy lejos no deben estar. Nada, “missing”, desaparecidos. Mi moral empieza a resquebrajarse. Ni en los tramos rectos, donde la vista me alcanza hasta muuuuuuuy lejos, ni sombra de ellos.
Reagrupamiento en Vallfogona. Unas cocas colas y reemprendemos la marcha.
Mientras ellos se acaban de equipar yo, que me he apresurado, les indico que empiezo a rular y que
“ya me alcanzareis…” Perfecto. Ahora voy delante y les llevo ventaja. Je, je…
¡Ay! A los dos minutos, Albert ya me adelanta y se pierde en el dédalo de curvas que tenemos delante. Inmediatamente llega Lino y se coloca detrás de mí. Yo intento por todos los medios mantener mi dignidad empleando toda mi sabiduría motera hasta que, ahora, en una curva de derechas, me voy totalmente a la izquierda de la salida. Esta vez, el recto ha sido hacia el lado contrario del anterior. Lino me adelanta meneando significativamente su cabeza y también me deja atrás sin la menor sombra de duda del significado de su gesto.
Me los encuentro a la entrada de Ripoll. Me están esperando. Lino, sonriendo remata la faena:
-A ti lo que te pasa es que te da miedo tumbar….
¿No te jode? Eso ya lo sé yo.
-
Todavía te falta mucho, hombre.
Refiriéndose, supongo a los avisadores.
¿O a lo mejor quiere decir que me falta mucho que aprender….?
Nos despedimos y separamos en Ripoll.
En fin, ha sido un honor, y una cura de humildad.
Lo de “un placer” lo dejo a la consideración de mis amables lectores.
Me quedo sólo.
Enfilo la Collada de Tosses. Creo que nunca la había cruzado tan rápido y seguro como hoy.
Es lo que tiene ir con maestros. Con el roce, algo se debe pegar…

No importa la marca de tu moto. El viento es igual para todos.