Los participantes, todos miembros de este foro, nos juntábamos el sábado 11 de agosto para comenzar un gran viaje en todos los sentidos: muchos kms, muchos países, y muchas curvas... de eso tuvimos para dar y vender, volver a dar y vender, y soñar con curvas. Desde las que llamamos “budells” (intestinos en valenciano/catalán) hasta las de gas a fondo, la variedad de todas y cada una de las curvas que hicimos fue enorme.
Total, empiezo la ruta esperando a lagartijo en el área de servicio que hay en la autopista cerca de Moncofa. Porque él viene de algo más abajo, pasado Valencia, y va a ser quien más kms haga ese día. Nos vemos a eso de las once y, tal y como ya nos ocurrió en las vacaciones pasadas (lagartijo y spauser en exclusiva se fueron a Assen) en el mismo sitio a la misma hora.


Seguimos por la autopista y se nota que es el 1er día de la verdadera “operación salida” ya que enseguida nos damos cuenta de la cantidad de colas kilométricas hasta llegar a Vilafranca del Penedés, donde en un área de descanso también en la autopista nos espera el tercer integrante de la expedición, pepcudié. Llegamos ligeramente tarde debido a esas colas, pero todo son buenas caras y ganas de hacer camino.


Ojo con la moto de pepcudié, la llevaba más cargada que los camellos de los mercaderes bereberes!!!!!!
Total, que seguimos “sufriendo” las colas yendo a velocidades digamos que no muy “dignas” por el arcén para adelantar tiempo... pero las colas llegaban en ciertos casos a más de 15 kms contados en nuestros cuentakms. Y a la altura de Barcelona las colas eran en ambos sentidos!!!!! Una verdadera locura. Si llegamos a ir en coche, al día siguiente todavía estamos intentando pasar la capital catalana.
Finalmente nos encontramos con el cuarto y último de los participantes de esta aventura, mosquer. Es en Girona y donde paramos a comer en el restaurante de un amigo suyo, donde comimos muy bien y con un servicio digno de los “fast food”. Hasta ahí llega la tranquilidad del día, nos quedan muchos kms por recorrer y ya estamos en más de las 15:30 horas.

Fijamos rumbo a Sisteron, donde hacemos noche, y por la vía rápida que es la autopista pues para allá que nos vamos. Entre unas cosas y otras se nos hacen las 22:30 de la noche y todavía andamos a unos 90 kms del hotel... y sin gasolina. Pepcudié estaba seco, hay que ver lo que chupa su jaca paca (y eso que no iba apurando marchas ni nada). Total, que nos encontramos con la putada de Francia por excelencia: las puñeteras tarjetas de gasolina o como mi*rda se llamen!!!! A esas horas la única opción que tenemos es una gasolinera de esas de servirte tú mismo pero claro, ¿quién tiene tarjeta????? Gracias a Dios pasa una chica a poner carburante a su buga, le pedimos el favor y ella accede... pero va y resulta que no tiene dinero en la tarjeta!!!! Esta juventud que vive siempre al día... En fin, que al poco tiempo llega un chico motero francés con su Kawasaki ZXR y entre las 4 palabras francesas que hablamos (bueno, que hablan mosquer y lagartijo) y la buena voluntad del hombre llegamos al acuerdo de que podremos cargar nuestros depósitos. Pero claro, esto hubiera sido demasiado fácil y en los cuentos ocurre así pero en la vida real nastis de plastis...
Tras varios intentos fallidos nos damos cuenta que, para hacer funcionar la manguera, el francés solamente puede marcar un cargo máximo de unos 58 € o algo así. Al parecer hay límite en ese tipo de tarjetas al día y de ahí no se puede pasar por mucho dinero que tengamos. Redondeando el tema, esos 58 euros hay que repartirlos entre todos los depósitos sin que haya un gran intervalo de tiempo entre cerrar-abrir manguera (sin colgarla, entonces estamos perdidos) para que no se resetee solita y nos mande a tomar viento fresco. Imaginaos el cuadro que allí se vió, de hecho un chaval andaba por allí viendo el espectáculo: el francés con la manguera en mano y los demás con las motos preparadas para ir recibiendo gasolina (a pepcudié le pusimos 20 € y al resto lo dividimos a partes iguales) y en cuanto habíamos recibido nuestra “dosis” pues a mover la moto y que entre el otro deprisita para que la manguera no se resetee sola. El final lo conseguimos y nos metimos unas risas después de haber “superado la prueba”. Muchas gracias de antemano al francés por su paciencia, que dicho sea de paso le dimos 2 ó 3 euros de más por las molestias. Con ello nuestras conciencias no quedaban más tranquilas pero al menos demostrábamos buena voluntad.
Y justo al lado estaba el McDonalds, restaurante favorito de todo amante de la buena comida. Pero como no había nada más y ya era demasiado tarde, a comer hamburguesas. LA diferencia de tiempo entre dejar los trastos en la terraza y pedir –sacar las cenas sería de unos 10 minutos... suficiente para ver que los bichejos ya pensaban que era hora de revolotear por nuestras mesas. Comimos algo incómodos pero lo hicimos, y luego enfilamos en dirección al hotel llegando a eso de las 23:30 o incluso un poco más tarde. Llegamos rendidos pero llegamos.

En el próximo mensaje empieza ya la constante de nuestro viaje: curvas!!!!