Hector Lopez escribió:Manejando moto en la vida real (no circuito). 
Manejando en tu vida real, bien, en tu realidad mejicana, que puede ser o no calcada en otras ciudades del mundo, aun así, de acuerdo: Manejando en la vida real.
Pero con respecto a la coletilla "(no circuito)", ¿quiere decir esto que la frenada de emergencia, el dominio de la moto llevada cerca de su límite, la puesta en escena del motorista al aproximarse a la curva, la posición más apropiada sobre la moto, descrita y corregida posteriormente por un monitor, quiere decir que todos esos recursos y otros más con los que dotamos en un circuito cerrado al alumno pertenecen al mundo de la ficción?
"(primer consejo)".
Entiendo que un consejo es impartido por alguien de reconocido y acreditado conocimiento sobre la materia que se trata, máxime incluso si ésta lleva implícita la propia integridad física de quien pueda recibirlo. Desde hace algunos años me dedico a la formación del motorista enfocada a su evolución. su mejora y perfeccionamiento de su conducción; cobro por ello (y lo digo sin ninguna mojigatería), por tanto soy un profesional de esta materia. Creo que nunca he utilizado la palabra "consejo" o el verbo aconsejar, y, si alguna vez he escrito la palabra "recomendar", ha sido con todos los reparos y asegurándome de que no cupiera otra interpretación posible de esa recomendación. Entiendo que debo de guardar una delicada prudencia con lo que escribo y puede leer cualquiera en la red.
Aun así, a mi modo de ver, no has aconsejado ninguna barbaridad, más bien me resulta casi todo razonable. De todas formas, sobre lo que comentas acerca de la conducción ciudadana entre los coches, ya hemos publicado un artículo completo dedicado a las diferentes circunstancias que se dan entre nosotros y estos vehículos, los más numerosos y peligrosos para nuestra conducción.
En cualquier caso, no está de más que lo repitas.
"Gracias a que llevo una velocidad prudente alcanzo a frenar".
La omnipresente prudencia utilizada como mano de santo, como remedio universal para todo tipo de accidente. Prudencia, prudencia, sí, ¿pero nada más que prudencia? ¿Esa prudencia puritana que no hace otra cosa que agarrotar la atención y la capacidad de reacción del motorista? Con ese exclusivo punto de vista, repetido con tanta facilidad, de poco o nada sirve conocer cuál es tu capacidad de frenada, o la de tu propia moto con sus neumáticos en el estado en que se encuentren, de nada sirve reconocer el tipo de asfalto sobre el que vas a frenar o el grado de humedad o de suciedad que presenta. De nada sirve todo eso, porque, como soy un motorista muy prudente, siempre tendré tiempo para frenar. La prudencia sí, quién lo va a negar; prudencia sí, desde luego, es que, si no es así, ni siquiera empezamos a hablar de seguridad en moto; pero no nos quedemos estancados en ella. Si fuera así, bastaría con convertir los cursos de conducción en un seminario monotemático sobre prudencia tras el manillar.
¿Cuál es la velocidad prudente que te permitirá frenar cuando un perro desbocado sale a tu paso? ¿Sesenta, cincuenta, treinta... ? Llegaremos a la conclusión de que la velocidad más prudente es cero. Lo más prudente para evitar cualquier accidente es no arrancar la moto. Si no lo hubiera hecho hace tan sólo quince días, me hubiera ahorrado el revolcón que arrastró mi pesado cuerpo por el suelo a lo largo de un buen puñado de metros, me hubiera ahorrado la fisura de costilla (no he hablado de ello porque el protagonista en este apartado,a mi modo de ver, es el lector de los artículos) que me da una punzada en el costado cada vez que respiro con profundidad. La velocidad con la que un motorista novato hubiera evitado a aquel bóxer tonto (raza de perro, no motor) que se empeñó en venir directamente a meterse bajo el cárter de la moto que conducía es cero.
Añades en otro comentario posterior que has escrito para ayudar. No me cabe la menor duda de que lo has hecho con la mejor de las intenciones, de la misma forma que no me cabe la menor duda de que la única intención que albergaba el buen samaritano que acudió a socorrer a un accidentado que conozco era ayudar, sólo ayudar, sin embargo lo hizo con tal mala fortuna que le movió cuando no debía hacerlo y le rompió la espina dorsal, dejándole postrado en una silla de ruedas para toda la vida.
Los que organizamos cursos de conducción en un circuito pertenecemos a un mundo irreal, llevamos al alumno a un escenario de ficción; pero da la casualidad de que hemos llegado a esa conclusión, a impartir nuestros cursos en ese tipo de recinto seguro, después de haber hecho más de un millón de kilómetros en carretera, un centenar de carreras, media docena de temporadas participando en campeonatos off road; pero sobre todo y por encima de todo, después de estudiar los problemas que se presentan ante el motorista novato y de reflexionar mucho sobre nuestra experiencia.