Fue una salida sin rumbo y sin prisa en la q puedes decidir el itinerario sobre la marcha, las paradas, investigar esa carretera q nunca pudiste tomar o dedicarte a hacer fotos experimentales. Como el pasado fin de semana sólo pudimos salir el domingo y el próximo podría repetir la lluvia, el primer día entre medias q hizo sol me dijo mi moto: "sólo puedo decirte q dormiremos bajo un manto de estrellas", ah! no, eso es de un anuncio, mmm ... ¿por q no me llevas como antes, sin rumbo, a conocer nuevas rutas, y de paso probamos ese apaño q llevas tiempo dándole vueltas para escuchar mp3 e ir mirando el GiPieSe a la vez?. La verdad, ante semejante proposición no pude resistirme y me lancé a por ella.
Salimos tarde, pasadas las 11 h creo, pues no era plan de q el rocío o la lluvia caída los días anteriores nos diera algún susto en las zonas de umbría. Comenzamos rumbo al norte, por Humanes y Cogolludo, allí torcimos hacia Espinosa de Henares e Hita para disfrutar de ese tramo de curvas enlazadas q tantas satisfacciones nos ha dado juntos, pero ese día no teníamos ninguna prisa, fuimos despacio y sin tumbar. En Hita comprobamos q seguían arreglando su carretera principal desde Torre del Burgo, pero con ella fue fácil pasar aunq estuvieran en obras. Pusimos rumbo al este, primero por ese bonito puerto q sube hasta Torija y luego por el nuevo tramo recto hasta Brihuega.



Luego seguimos hacia Cifuentes por el nuevo y divertido tramo q discurre junto al Tajuña, con parada y fotos en Civitas incluidas, también hicimos otra parada en Cifuentes pero esta vez para repostar y preguntarle al gasolinero por dónde se iba mejor al Puente San Pedro. Como nos dijo q el mejor itinerario era por Villanueva de Alcorón y Zaorejas decidimos dejarlo para la vuelta e ir por el sitio más "difícil", el q nos desaconsejaba, Huertahernando y Villar de Cobeta, pero no se trataba de llevarle la contraria sino de acercarnos a Saelices de la Sal y Riba de Saelices para ver cómo iba la malograda zona de la Cueva de los Casares, están haciendo un polideportivo (o eso parece) en el pueblo y restaurando el torreón árabe sobre la cueva, pero siguen presentes los efectos devastadores del incendio en muchos kilómetros de horizonte.






También estaban arreglando la carretera q va desde el stop de Saelices de la Sal hacia Alcolea del Pinar, la de Luzaga, ya era hora pues estaba peor q muchas pistas.







Una vez vista la zona nos fuimos hasta Villar de Cobeta para comprobar q la ruta marcada por el Tom Tom 6 era la misma q hice hace un año con mi querida K100LT (perdona, no quería ofenderte, no seas celosa q sabes q tú eres la mejor), es decir, una pista de vistas impresionantes q baja hasta el mismo Puente San Pedro. En aquel entonces nos las vimos un poco apuradas pues una moto de turismo de más de 300 Kg. no es precisamente la más adecuada para atravesar esa pista, pero si con ella pasé, le dije a esta, tu no vas a ser menos q ella.




Y así fue, ninguna dificultad, ni barro ni charcos, buen firme y poca grava, supongo q por eso figura en el navegador. Tal vez sea un camino oficial q aun no le hayan asignado presupuesto para arreglarlo por su ecológica situación. Eso sí, mil y una paradas para inmortalizar cada escena de la preciosa bajada al Tajo.






Un improvisado mini vídeo soltando el acelerador en marcha (3,7 MB): Vídeo bajando por la pista
Por fin llegamos al Puente San Pedro, un lugar conocido como "Las Juntas" donde se unen los ríos Gallo y Tajo serpenteando entre escarpados barrancos. Un lugar paradisíaco en el corazón del parque natural del Alto Tajo.









(la luna anunciaba la proximidad de la noche)
Tras la ondulada carretera q lleva hasta Zaorejas marcamos destino a casa con intención de rebajar la hora prevista de llegada del navegador gracias a la rápida y divertida carretera de Villanueva de Alcorón hasta Chillarón del Rey. La obligada foto desde el viaducto sobre el embalse de Entrepeñas a la altura de Durón y lucha con el ocaso para conseguir ver algo en dirección al tumbado sol.






Como ya es habitual en este tipo de salidas y a pesar de su duración, llegamos a casa "antes de comer", bueno, antes de comer a las 7 de la tarde, casi más cerca de la cena, pero en esta época del año no se puede uno permitir el lujo de perder las mejores horas de sol comiendo a mitad de ruta.
Afortunadamente Pili me tenía preparada una exquisita comida de la q di buena cuenta sólo después de terminar los típicos rituales de preparación de la próxima salida: comprobación de niveles, limpieza de moto (y motero), engrase de cadena, medida del desgaste de cada neumático y anotación fotográfica junto con los kilómetros, ... en fin, "lo normal para un perro":





Resumiendo, 336 turísticos Kilómetros con apenas una docena de grados en los momentos más cálidos del día, pero llenos de encanto y libertad para disfrutar juntos, ¿qué quienes íbamos? ... "mi moto y yo", por supuesto

