Es la quinta vez que voy a Marruecos, la primera en moto. Sin duda ha sido un viaje especial. Cuando te atrapa ya nunca te suelta y vuelves y vuelves.
Recorrerlo por esos paisajes espectaculares nunca se olvida, la soledad, el rigor del clima, sus gentes y la libertad que te da la moto son ingredientes suficientes para convertirlo en un viaje único.
A la vuelta de las Navidades comencé a mover el tema pues la ilusión creciente por ir a Marruecos en moto y la experiencia de otros viajes me hacían saber que era el momento de comenzar los preparativos.
Tras las lógicas controversias iniciales por decidir fecha, ruta y grupo al final y debido a mi disponibilidad de vacaciones se conformó en Semana Santa, del martes al domingo. Como el handicap sería el alojamiento en tan señalada fecha, decidí gestionarlo con una agencia que ya conocía de anteriores viajes por el país norteafricano.
El grupo definitivo, pues hubo varias alternancias, lo formamos 8 personas y 5 motos. Era el máximo que me había planteado para ser operativo.
Juan (Fontrom) y Emi (Tatu), que habían estado el año pasado en Cabo Norte, Pedro (Piquin82), viajero europeo que nos ayudó mucho con sus nociones de francés e inglés, José Aº (Osiris), viajero impenitente que repetía destino, Yo mismo y Cris y Diego y Luisa que con su Fazer atravesaron las carreteras y puertos más insospechados convirtiéndose casi en otra trail más.
La ruta quedó así:
Martes 7: Origen (Jerez) – Tarifa - Tánger
Miércoles 8: Tánger – Marrakech
Jueves 9: Marrakech – Boulmane Dades
Viernes 10: Boulmane Dades – Er rachidia
Sábado 11: Er rachidia – Meknes
Domingo 12: Meknes – Tánger – Tarifa - Origen (Jerez)
Un total de 1.900 kms. por Marruecos más 200 ida/vuelta a Tarifa.
Consideraciones:
Nosotros y gracias a Pedro (piquin82) llevamos los dirhams desde aquí pues queríamos aprovechar al máximo el tiempo que teníamos.
El documento para la entrada de la moto en Marruecos es muy útil llevarlo impreso a través de la página web de la aduana Marroquí, agiliza los trámites fronterizos. A la entrada pagamos a un marroquí acreditado para agilizar el papeleo pero nos dimos cuenta que realmente no hacía falta y al regreso lo hicimos nosotros y tardamos hasta menos. El control de pasaportes entrando por Tánger es en el barco.
Para localizar los hoteles en las ciudades que no teníamos idea lo más útil fue siempre preguntar a algún gendarme, son amables con los turistas y no te piden dinero a cambio. Cuatro palabras en francés son muy útiles para entenderte lo imprescindible.
El tráfico por las ciudades en general resulta un poco caótico pero estando bien atento no suele haber problema. Por las carreteras suele haber personas y animales, incluso por las autopistas por lo que hay que ir atento pero a nosotros no nos supuso mayor problema, el típico sustillo del que se atraviesa pero vamos, en 2.000 kms. mucho menos proporcionalmente a cualquier fin de semana que salimos.
La policía a nosotros nos pareció muy atenta y correcta. Nada de abusos ni engaños como se leía por los foros. Es cierto que hay muchos radares por las autopistas pero siendo escrupuloso con los límites y haciendo lo mismo que los de allí no tuvimos ningún problema, es más, conducíamos como se nos apetecía por las carreteras nacionales.
Las comidas. Nosotros el agua sí la comprábamos embotellada pero las ensaladas estaban buenísimas y las comimos todos sin ningún tipo de problema intestinal. Si no te gusta el Tallin (guiso de verduras con carne) lo tienes claro pues es lo más común junto con la sopa (harira).
Los niños nos resultaron encantadores, para nada nos acosaron en ningún momento, con sus pequeñas caras entre tímidas y traviesas lo más que nos pedían eran que le saludáramos, por supuesto a algunos les dimos más que eso.
El repostaje de combustible durante la ruta diseñada no tuvo ningún problema, en todas había gasolina sin plomo y en alguna el octanaje se notó inferior. Procurando no apurar nunca los depósitos nunca nos vimos agobiados.
En resumen, que por lo menos a nosotros nos pareció que había muchos bulos sobre viajar a Marruecos con la moto. También es cierto que no tuvimos que resolver ningún problema ya que no hubo ni un triste pinchazo.
El viaje.
Martes 7, 16:00 h., en la gasolinera a las afueras de Jerez nos encontramos todo el grupo y partimos rumbo a Tarifa. Hacía viento del noroeste racheado y fresco y el camino cargados hasta los topes nos resultó demasiado excitante para el comienzo de una aventura de tal envergadura.

Ya en Tarifa rellenamos los tanques y nos dirigimos al puerto, había poco movimiento y en un pis pas estábamos subiendo las motos a la bodega del ferry.


El mar estaba algo picadillo pero soportable, en media hora llegábamos a Tánger.

Control de pasaportes en el barco y de vehículos al bajar. Como salimos a las 19:00 h. de Tarifa entre una cosa y otra salimos para buscar el hotel oscureciendo y tras un par de vueltas llegamos al destino.

El parking estaba cerrado por obras y tuvimos que dejar las motos en un parking privado a 200 mts., nos costó 80 dh (8 euros) las 5 motos toda la noche. Para aprovechar bien la luz solar como allí son 2 h. menos a las 6:00 (8:00 de España) ya estábamos en planta.
Miércoles 8, 8:30 h., salimos de Tánger rumbo a la autopista de Rabat, hay mucho tráfico nada más salir comienzan los radares, nos ponemos escrupulosamente a la velocidad limitada y empezamos a quemar kms. Paradas técnicas para llenar depósitos,


algún perro que se nos cruza por el autopista, alguna persona también, un peaje, otro, otro…llegamos a Rabat, vaya caos, incluso la circunvalación es la leche pero pasamos y llegamos a Casablanca, en cada puente del autopista que pasamos hay un policía aburrido mirando los vehículos que pasan. Rumbo Marrakech, llega la hora de comer algo y paramos en un área de servicio, -“oye, esa música” están poniendo rumbas de los chungitos….jod*r esto parece un chiringito de playa de España. Comemos y continuamos, el autopista llega hasta 10 kms. antes de Marrakech.
El atardecer llegando a Marrakech es algo único, el sol aprieta y al subir una pendiente aparecen ante nosotros en el horizonte las montañas nevadas del Atlas….increible, y más abajo en la llanura…Marrakech, un palmeral nos da la bienvenida mientras el calor aprieta según bajamos al valle.
La circulación es mortal, bicis, coches, motillos, personas, todos a la vez y casi en todas direcciones aparecen y desaparecen delante nuestra, con veinte ojos pero con mucha ilusión circulamos entre el maremagno, por fin localizamos un gendarme y de uno en otro conseguimos las indicaciones para llegar al hotel. Nos duchamos, nos cambiamos rápidos y nos vamos andando para la plaza El Fená, esto parece Sevilla, avenidas, arboles, mucha gente paseando, tráfico…

por fin aparece ante nosotros…indescriptible, según se llega la ves abajo, una explanada entre las casas circundantes que emana a raudales olores, sonidos, luces, personas y animales…



Nos sumergimos de cabeza en este sugerente ambiente, las bicicletas y coches de caballos nos quieren pillar por todos lados, estamos perplejos, asombrados y el ritmo es incesante, un tipo con un mono otro con unas cobras, músicos, chiringitos de comida humeante, gente y más gente.


Tras recrearnos un rato subimos a una de las terrazas que divisan la plaza, desde arriba la vemos en toda su magnitud, no hay palabras.



Tenemos que volver a cenar al hotel y contratamos un coche de caballos para los 8, pobre caballo, nos amontonamos como podemos y tiramos para el hotel, el cochero circula entre el tráfico como si llevara una moto, el caballo casi roza la ventanilla de un coche y en otro lado roza la rueda con algo, pobre caballo…

Después de cenar nos sentamos en la terraza a tomar unas bebidas, me acuerdo de la botellita de vitamina “r” que traigo de incógnito, una petaca de ron que no dura un suspiro, nos recogemos, al día siguiente hay que subir el puerto del Tichka, 2.260 ms.

(continuará)
