La idea original de cruzar los Pirineos se iba al traste debido al crudo invierno que habíamos sufrido en toda España y que presumiblemente no dejaría las carreteras pirenaicas para el disfrute en moto.
Escrutando día a día la previsión metereológica y pensando en zonas pendiente de visitar de nuestra piel de toro (sobre dos ruedas), unas yá conocidas y otras no, empezamos a perfilar una ruta aproximada. Subir por Extremadura a la Sª de Gudalupe, atravesar el valle del Jerte por los míticos Piornal y Honduras y tomar dirección Bejar - Ciudad Rodrigo para subir por la frontera Portuguesa hacia Asturias. Todo esto condicionado día a día a los posibles cambios climatológicos,... como a la postre sucedió.
A unos días de la salida, el sábado 27 de abril, Er canijo y su artillera Marijose se nos unen al periplo ibérico, Oli y Soraya (del comando aceituno) tambien, aunque ellos se vuelven el lunes por motivos laborales y por supuesto quedamos con algunos extremeños y Novastrom para vernos el día del cruce del valle del Jerte. A partir de ahí Er canijo y yo continuaríamos en función del tiempo hacia los Arribes del Duero (Salamanca).
Sábado 27, Jerez - Guadalupe 400 Kms.

9:30 h. zulú, Jerez, salida hacia la autopista de Sevilla. La mañana está espléndida, ilusionados de nuevo por llevar las maletas, "pues eso significa kms.", esperamos a Er canijo para salir hacia las pajanosas (pasado Sevilla) donde hemos quedado con Oli y Soraya.


Llegamos pronto al punto de encuentro y salimos todos juntos por la antigua nacional de la ruta de la Plata hacia Villafranca de los Barros, las primeras curvillas de disfute

En Villafranca paramos en la plaza a repostar liquido y aprovechamos para llamar a Cóndor, el hombre acaba de llegar a Zafra por temas de trabajo y de nuevo sale a nuestro encuentro para saludarnos


Nos despedimos y nos dirigimos por comarcales hacia Palomas, Guareña...dirección Don Benito - Guadalupe.



A la altura de Guareña ya hay hambre y tras dar unas vueltas paramos en la entrada del pueblo en el bar de la Piscina municipal (recomendado), ya olía bien y aunque la pinta era algo descuidada comimos unos secretos y solomillos que se nos saltaban los lagrimones


Seguimos hacia Don Benito, a la altura de Valdivia Oli ya no puede seguir más sin café y entramos en el pueblo. Son cuatro calles de casas bajas de colonización. Tras encontrar algo parecidido a un bar sale a la puerta un hombretón ya canoso que nos hace con el puño gestos para que abramos gas



Tras unas pocas más de curvillas llegamos al atardecer a la ilustre villa de Guadalupe




Nos dirigimos a la Pza. del monasterio donde teníamos el alojamiento, Hostal Altamira, perfecto.




Ya arregladitos nos fuimos de turismo.








¿Esto fué antes del vino de Pitarra o después...?


Copichuelas de rigor y a dormir que nos quedaba una dura jornada al día siguiente...
