

Hacemos a cámara lenta la bonita rotonda con césped. Césped que en clima mediterráneo hay que regar todas las mañanas. Y hay tanta agua que sobra al césped; el drenaje naturalmente el arquitecto lo hace hacia el asfalto, deben ser tipos sin moto. El asfalto se convierte en una bonita película de agua, símnolo de la abundancia y la responsabilidad medioambiental, justo cuando estamos en posición de giro y desplazamiento lateral.


Y justo salimos de la rotonda, con suerte de equilibrista, el agua nos acompaña ya por el drenaje ya en nuestras ruedas hasta el paso de cebra donde giramos para salir de la p*ta rotondita del caraj*...; ahí nos espera nuestro viejo amigo, ese paso de peatones con rayones repintao mil veces con pintura antiagarre o la placa metálica de la arqueta de saneamiento...



Prefiero sacar la moto con lluvia, pues con la lluvia al menos vas sobreaviso. Un luminoso día de verano..., y las rotondas pueden ser una trampa.
¡¡¡Vivan los alcaldes, sus genios en diseño de parques y jardines..., y sus bonitas rotondas!!!



Guardarraíles, pasos de cebra..., y ahora ROTONDAS.
No he tenido ningún percance (espero seguir así), pero os ahgo una pregunta para ver si es esto otro punto negro en las ciudades:
¿Soy el único que se las ve y se las desea en las rotondas?