
-Es una pasada. Aconsejo a todo aquel que quiera vivir sensaciones diferentes, que visite talleres TURBOMOTO.
-Ojo, sólo a los realmente dispuestos a quemar adrenalina... y algún sacrificio más.
-Mi amoto no era gran cosa: una Lambetta 49cc del año 73.
-Notaba que había perdido algo de potencia y teniendo en cuenta que ya había rodado 416.638 Km. pensé en darle unos “retoques”. Le tenía cariño y no quería cambiarla.
-Empezaban a fallar los frenos (debo reconocer que los originales me habían salido buenos), el embrague patinaba un poco (seguramente debido a una ligera pérdida de aceite de algún manguito, ya que cada 50 Km. tenía que rellenarlo con 2 litros), el acelerador se enganchaba (lo solucione cambiando el cable por hilo de pescar) y a partir de los 20 Km/hora el manillar vibraba un poco.
-Eso sí, la bocina (“pito” en ese modelo) nunca había fallado; aunque empezaba a sonar con menos intensidad.
-Al final tomé la decisión de invertir un poco de dinero y actualizar la moto.
-Además, el anuncio de talleres TURBOMOTO era tentador: “Pague 2000 € y no reconocerá su moto”
-Me extrañó que la primera intervención fuera acoplarle una bola de remolque (pensé que si ya no tiraba de si misma, como narices iba a tirar de un remolque); pero la curiosidad me hizo callar y observar.
-Sacaron motor, asiento, depósito, manillar y escape. El chasis quedó totalmente “pelao”.
-Lo que a continuación ocurrió fue impresionante. Jamás ojos humanos han visto tal cambio. Bueno, sólo un ojo porque el otro lo perdí a los seis años jugando con un tirachinas. En fín, eso no viene a cuento.
-Le colocaron un motor de Pontiac con 16 cilindros en V (creo que me comentaron que 4 de ellos iban en H) que cubicaba 9000cc con una potencia de 3000cv. A mí me pareció mucho; pero la vedad es que no entiendo de motores.
-Cambio de 16 velocidades p’alante, 3 marchas atrás, 1 de recambio y 2 de refresco (menudo cambio si se tiene en cuenta que hasta ahora sólo había que darle gas).
-Manillar y relojes especialmente diseñado para un prototipo de Boeing 777; pero que al salir defectuoso lo habían reciclado para motocicleta (una pasada porque tiene 63 pulsadores, 38 lucecitas, 14 palancas, 16 relojes y manual de instrucciones en cinco idiomas).
-El escape. Eso si era un escape. ¡¡¡Impresionante!!!. 4 tubos metálicos de 60 centímetros, con salida vertical (llevan un certificado especial para que no se confundan con lanzamisiles).
-Para colocar todos los elementos habían sobredimensionado el chasis a base de viguetas metálicas. Pero con tanto artilugio ¿donde demonios irían piloto y acompañante?.
-En ese momento entendí lo de la bola. Estaban acoplando un remolque y dentro de él había un sofá de tres plazas. Un sofá !!!. Pensé… jod*r, voy a tener una moto de esas con tres ruedas como los guiris !!!.
-El tapizado del sofá era en color fucsia con florecillas verdes y parecía bastante mullido. O s, comodidad a tope.
-Finalmente las ruedas. Otro alarde de tecnología punta. Perfil bajo bajísimo y una anchura de 50 centímetros cada una. Todas ellas macizas, para aumentar su duración.
-Recordatorio final: el combustible a utilizar, keroseno mezclado con trilita a partes iguales. Parece ser que el resultado es explosivo. Otra cosa será encontrar estaciones de servicio que lo distribuyan; pero era un detalle sin importancia. Yo quería ya probar la moto.
-Y llegó el ansiado momento…
-Me senté, le di al arranque y el motor empezó a rugir (creo que fué en ese momento cuando perdí el 90% de audición y quedé prácticamente sordo). No podéis imaginar lo que salía por el escape. ¡¡¡Menos mal que estaba hacía arriba!!!. Las llamas alcanzaban los 15 metros de altura (me aseguraron que irían desapareciendo a medida que fuera haciendo kilómetros).
-Metí primera, solté el embrague y aceleré. Lo cuento así por decir algo. La realidad es que metí primera, solté el embrague y una sensación de terror me recorrió todo el cuerpo al notar como aquel engendro se ponía enmarcha.
-Noté como me incrustaba en el sofá y todas las florecillas de la tapicería salían despedidas. Intenté echar el cuerpo hacia delante; pero me fué imposible. El ojo (recordad que sólo tengo uno) se hundía en la cuenca, la boca se deformaba y el cerebro se incrustaba en la parte trasera del cráneo.
-Ni que decir tiene que en el arranque perdí todo el pelo y las dos orejas. La nariz se salvó; aunque al romperse el tabique nasal los agujeros para respirar quedaron extraplanos (debí hacer caso al mecánico y utilizar el casco; pero quería sentir nuevas emociones).
-No me arrugué. Estaba dispuesto a vivir sensaciones fuertes. Metí segunda, tercera, cuarta ya así hasta la 16. ¡¡¡Que pasada!!!. El marcador a 654 Km/hora, el manillar rígido (y yo más), el gas a tope (no podía girar la mano a causa de la presión atmosférica) y con el culillo que no me cabía un alfiler.
-Pensé que en algún momento podía perder el control (no estoy seguro de haberlo tenido desde que arranqué) y decidí ir frenando para dar la prueba por acabada.
-Ese fue otro momento crucial. Yo tenía cogido el tacto a mi antigua moto que frenaba, básicamente, por presión de pie y mano (por rozamiento puro y duro, vamos). Así pués, zapatazo al freno de pie y tirón al de mano.
-Que impresión al ver asomar el estómago por la boca!!! Como volví a echar de menos el casco!!! O cierro la boca, o pierdo el estómago para siempre!!! Que mal rato!!.
-Que impresión al notar que la dentadura quería escaparse de su sitio!!!.
-Que flash al ver que la moto se ha detenido; pero tu cuerpo quiere seguir en marcha!!! (si tenemos espíritu, en ese momento el mío salió pitando y prefirió esconderse en el infierno antes de seguir con aquello).
-Al fin, el silencio (si no contamos el castañeo de mis dientes y el sonido de la diarrea que emanaba por donde antes no cabía un alfiler).
-Por cierto, el coste final me ha salido algo más caro ya que he tenido que recurrir a la cirugía estética.
-Como perdí las orejas, me he hecho adaptar dos alerones para mejorar la aerodinámica. Y como no tenía pelo, me he adaptado una capa de acero a modo de casco (así no volveré a olvidarlo).
-El cerebro, que ya ha quedado definitivamente en la parte trasera del cráneo, me ha dejado un hueco para poner líquido refrigerante (paso un calor de muerte en la cabeza porque las llamas del escape aún no han desaparecido).
En fín. Lo dicho. Nuevas sensaciones después de pasar por talleres TURBOMOTO. Os lo recomiendo!!!.


