Cartagena
Un día envidiable, de primavera, de ensueño en pleno enero. 18-20º mantenidos durante toda una jornada de entrenamientos con un nivel de verdadero lujo. Nos hemos inscrito mis compañeros de Super7 y el que os escribe, en una rodada de absoluta excepción: El camión del turco Sofuoglu, campeón del mundo de Supersport, estaba en el paddock, también el de Roberto Rolfo y los de algunos pilotos del Mundial de Resistencia e incluso, Óscar Pena, piloto puntero del CEV y probador de Motociclismo. Un ambiente recogido y muy profesional. Estaba a gustísimo.
He rodado como nunca antes, creo, durante todo el día. He seguido a mi compañero Sergio –un tío hasta ahora inalcanzable, por bastante, para mí- durante vueltas y vueltas, incluso me echaba sobre su colín en alguna frenada. He marcado repetidamente nada menos que mi tiempo récord en carrera, a pesa de ser pilotando una moto de calle, con matrícula, con neumáticos de calle y con la responsabilidad y el freno psicológico de tratarse de una moto prestada por la marca para trabajar. Todo ello se debe, sin duda, al excelente momento de forma en el que estoy trabajando y al peso perdido (más de 13 kilos) durante las últimas semanas.
Lo cierto es que me he encontrado ligero y preciso como nunca en cada cambio de dirección, al desplazar el cuerpo de un lado al otro de la moto.
Todo ha sido fantástico hasta el final.
Me habían mostrado la bandera a cuadros de la última tanda, sólo me restaba completar una última vuelta, ni siquiera eso, para entrar en boxes y comenzar a recoger para volver a casa. Pero hasta ese momento había estado experimentando con el gas (acelerador) de la Honda, tratando de abrirlo con más eficacia y contundencia a la salida de cada viraje. Así he llegado a una curva complicada de bajada, que exige un importante apoyo del neumático delantero. Siempre hemos comentado entre compañeros y rivales el vértigo que da cada paso por esa curva y nadie quiere ni pensar qué ocurriría si se escapara el neumático delantero.
Llegué a esa curva en bajada y contraperaltada y he dicidido abrir gas –cuando la mayoría de las vueltas, simplemente, había dejado correr la moto por la bajada-. Lo he hecho cuando iba aún muy inclinado y justo al paso por un pequeño rizo (hablar de bache es una barbaridad) del asfalto que todos comentamos y conocemos.
El GPS nos ha indicado que en el momento del paso por el punto más cerrado de esa curva la velocidad era de unos 120. Yo me he ido al suelo unos metros más abajo. Teniendo en cuenta cómo acelera un pepino con más de 200 CV, en el momento de la caída calculo que iría a unos 150/160.
He sentido al instante cómo perdía el tren trasero sin remisión y cómo semejante parte de mi cuerpo empezaba a arrastrarse sobre el asfalto de la pista cartagenera. Se puede decir que no me he caído, que simplemente me he deslizado, porque iba inclinadísimo. Las fotos recogen el paso por esa curva unas vueltas antes.
Me he arrastrado por el asfalto a lo largo de unos 30 metros, primero con el trasero y luego con todo el costado derecho, mientras veía la Honda deslizarse delante de mí.
Aun así, cuanto he visto llegar el piano (arcén o borde de la pista), he podido hacer un giro con el cuerpo para voltearlo y entrar así rodando por la grava. No sé cuántas volteretas he dado, tal vez cinco, tal vez seis (En total, unos 50 metros de caída), hasta que finalmente he quedado tendido, todo lo largo que soy, sobre la puzolana.
Tendido, cabreado, bastante cabreado y también frustrado.
Por mucha experiencia que tengas, siempre estarás expuesto; y precisamente, por no atender a la propia experiencia y fiarte de lo que te dice una peregrina teoría.
En fin así es este trabajo.
¿Por qué os cuento esto?
Bueno, aparte de por compartirlo con vosotros, pues para que, por favor, os protejáis contra las caídas, porque hasta los que vivimos todo el día sobre una moto, enseñamos a conducir con seguridad y tenemos toda la experiencia, no estamos libres de besar el suelo.
Cuidaros, por favor.
Breve descripción y análisis de la caída:
La caída duró más de 5 segundos, que como bien sabéis, es una eternidad.
El ruido de la moto arrastrándose delante de ti a esa velocidad es sobrecogedor por muchas veces que lo hayas vivido.
Aparte de eso y sobre lo que realmente os puede interesar, os diré que sentí durante los primeros instantes cómo me quemaba el culo derecho y después, sobre todo, la parte alta del muslo del mismo lado; por eso opte por dejarme arrastrar exponiendo todo el cuerpo sobre el asfalto, para repartir así la erosión a lo largo de más superficie. Lo hice al contrario de como aconsejo en un artículo sobre qué hacer en caso de caída.
Me dio tiempo de sobre para ir vigilando la moto, siguiendo una trayectoria limpia y que en ningún momento se cruzara conmigo, que es lo más peligroso. Me dio tiempo, también, de pensar en la responsabilidad que habría contraído con la marca de la moto e incluso en las primeras palabras de una explicación.... En fin.
Al entrar en la grava y dar volveretas, sentí golpear, sentí resonar los chinazos dentro del casco, un ruido que llegó a hacerse ensordecedor en algún momento.
Ahora me estoy recuperando de los golpes, dejando pasar esos primeros días de inflamación y demás.
Volveré, desde luego, y abriré gas a la salida de esa curva, con las mismas ganas o más, aunque, eso sí, con un neumático en condiciones. Durante la prueba descubrí que con ese gesto se baja el tiempo, prácticamente, un segundo.
Muchas gracias por vuestras palabras de apoyo. Soy unos estupendos amigos.
Un abrazo.
Muchas gracias.

Pdata.
Así ha quedado mi fantástico mono Danrow, un mono del mundial con la máxima garantía de protección. Tengo un buen disgusto porque estaba completamente nuevo y me había hecho mucha ilusión cuando me lo entregaron. Bueno, sólo hay que llevarlo a arreglar, y de paso que me lo ajusten.