Aires de Eire: LA CRÓNICA

Crónicas de nuestros viajes, rutas y aventuras, que merecen ser contadas.

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VMAN-GIRL
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#26 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por VMAN-GIRL »

Pues sí señor, un muy buen destino IRLANDA :ok: , guapísimas fotos y buena crónica :ok: , esperando las siguientes :yes:

Saludos :drinks:
La amistad no es alguien a quien conoces por largo tiempo, sino es alguien que llega y se queda por siempre a tu lado.

Crónica y fotos de Córcega aquí viewtopic.php?f=10&t=38360
xjpedro
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#27 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por xjpedro »

Lo mando a "Buscar sus mensajes" :pardon:
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fercoba
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#28 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por fercoba »

Que buena Jordi :clapping: , que pedazo de viaje os pegasteis , espero la continuación para seguir babeando :friends:
solo los peces muertos siguen la corriente
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Grandote
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#29 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Grandote »

Y digo yoooooooooo,,, esto se acaba asiiiiiiiiiiiii????


Acaso no han vuelto??? o es que se han quedao alli y por eso se acaba asi la cronica'??? :blink:


VAmos que estamos esperando....!!!!! :bronca:

Un saludo. :wink:
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hudsin
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#30 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por hudsin »

Niños, que a parte de escribir crónicas, uno tambien trabaja :mrgreen: (y tengo la suerte de podelo decir) :blush: . A ver si mañana tengo un rato y me pongo con la tercera entrega.
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#31 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Grandote »

hudsin escribió:Niños, que a parte de escribir crónicas, uno tambien trabaja :mrgreen: (y tengo la suerte de podelo decir) :blush: . A ver si mañana tengo un rato y me pongo con la tercera entrega.

No sabes como cambiaria el tener que trabajar por no poder escribir, leer y meter caña por el foro.....!!!!!!!!!

Ya comprendemos que la gente normal tiene obligaciones que atender, mientras estamos los demas por aqui para meteros el dedo en la llaga..... :mrgreen:

Lo dicho Jordi,,, estamos pendientes gustosamente de que sigas con la cronica...


Un saludo. :drinks:
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hudsin
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#32 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por hudsin »

Grandote escribió:
hudsin escribió:Niños, que a parte de escribir crónicas, uno tambien trabaja :mrgreen: (y tengo la suerte de podelo decir) :blush: . A ver si mañana tengo un rato y me pongo con la tercera entrega.

No sabes como cambiaria el tener que trabajar por no poder escribir, leer y meter caña por el foro.....!!!!!!!!!

Ya comprendemos que la gente normal tiene obligaciones que atender, mientras estamos los demas por aqui para meteros el dedo en la llaga..... :mrgreen:

Lo dicho Jordi,,, estamos pendientes gustosamente de que sigas con la cronica...


Un saludo. :drinks:
No lo se, pero me lo imagino. Paciencia que todo termina.

No sufras Grandote, la crónica ya esta toda escrita, solo falta decorarla un poco con foto y detallitos.
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#33 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por hudsin »

Tercer acto a escena.

Espero que os guste. :good:
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Cheri
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#34 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Cheri »

Precioso todo Jordi, ya estoy deseando de ver la cuarta entrega :drinks:
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quentin
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#35 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por quentin »

Pues he tenido la suerte de pillar 3 del tirón!!! :yahoo:

Muy buena la crónica, hudsin, y muy chulas las fotos de las cervezas y los castillos :mrgreen: :drinks: :drinks:

A ver eso que falta... :rolleyes:

:wink:

PD: Yo tb echo en falta las fotos de la señorita Murphy :grin:
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#36 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por enric13 »

Bon dia,

Que crónica más, más, ... Jo*er que envidia Jordi, viene finde largo espero que sigas con la-s siguiente-s entrega-s.

Esto engancha.

Enric
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#37 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por hudsin »

Bueno, pues la cuarta y ultima entrega ya esta servida.

Espero que la disfruteis, como mínimo igual como la he disfrutado yo escribiendola.

Gracias a todos y en especial a Mariano y Arturo, compañeros de fatigas. :friends:
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Cheri
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#38 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Cheri »

Buen viaje y buena compañia :friends: ahora a esperar al año que viene para disfrutar tanto o más de vuestras vacaciones del 2010, gracias Jordi por la crónica, ameno relato acompañado de unas fantásticas fotos :air_kiss:
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#39 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por NACO »

Toma qué viaje os habéis pegao!
Me he leído las cuatro partes del tirón y me voy ya mismo al super a por unas guinness :drinks:
Vs!
rasa
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#40 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por rasa »

Buena cronica y buen viaje :drinks: :friends:
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#41 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Luipy »

Ya me la he leido entera :good:

Gracias Jordi .....pero ! ..... siempre hay un pero !

Muchas fotos, pero al final no has puesto la más interesante :descojono:
hudsin escribió: Encontramos otro B&B y aquí nos atendió una chiquita que tenía dos tetas como dos carretas, sí señor.
Y el año que viene ¿ a donde ? :drinks:
Que buenos ratos!
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Mariano.-
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#42 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Mariano.- »

Luipy, Irlanda tiene unas vistas maravillosas...
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birel
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#43 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por birel »

Bueno, ya me la he leido entera...muy bien Jordi, me gusta como lo cuentas.
Ayer volví a disfrutar yendo en moto !!!
Lo mejor que me ha pasado últimamente.
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#44 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Grandote »

bueno pues ya me he puesto al dia,,, con los capitulos que me faltaban.....

Peazo viaje que os habeis marcado... mentiria sino dijese que me gustaria hacer alguno de esos... pero cuando sea mayor,, ahora me conformo con empezar a conocer un poquito España,,,


Un saludo y deseoso de poder leer mas de estas...



Otro Saludo. :drinks:
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#45 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Mariano.- »

Comienzo aquí el relato de nuestro viaje en las vacaciones de este verano. Como veréis, los acontecimientos no difieren mucho de los contados por Jordi, y muchas de las fotos son parecidas, si no iguales.

Espero que os guste.


La isla esmeralda

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El verano pasado, después de tan grato viaje en tan grata compañía, decidimos dar continuidad a esta actividad que tanto nos gusta a los amantes de la moto, que no es otra que viajar, hacer kilómetros. No es tanto el destino como el viaje en sí, recordad.

Mantuvimos contactos para decidir un plan que nos satisficiera a todos, y se barajaron destinos que rayaban en la temeridad; pero si se plantearon fue porque se veían posibles. Aunque ya Jordi ha dado alguna pista, lo dejo ahí, a lo mejor algún día todos tenemos una GS y nos lanzamos...

Después de algunos intercambios de opiniones, ideas y alternativas, acordamos desembarcar en Irlanda. Estábamos entusiasmados con la idea, muy atractiva para todos. Estamos hablando de los primeros meses de este año, pero no fue hasta marzo cuando decidimos nuestro viaje de verano.

La fecha de salida se programó para el mes de agosto, cuando los tres compañeros de viaje teníamos vacaciones: Arturo (Stormbringer), Jordi (Hudsin) y el que esto escribe.

Siempre me he imaginado a Irlanda como un país muy parecido a España, aunque salvando las distancias por su origen anglosajón, y no me equivoqué. Observar los pueblos del interior, sus gentes, sus costumbres, tienen "algo" que me recordaba a nuestra tierra. Y cómo no, no me sorprendió demasiado su clima y sus paisajes, acostumbrado como estoy a ver nuestra Galicia, con raíces comunes en alguna medida, por su pasado celta. Hicimos a través de Irlanda 2.523 km, en un recorrido parecido a un ocho por su interior, viendo costas e interior, ciudades y pueblos, edificios de cristal y construcciones de paja.

Arturo no podía iniciar su viaje hasta el día 2 de agosto, así que resolvimos encontrarnos ese día en Toulouse, relativamente cerca de la frontera con España, un punto que nos venía bien a todos sin desviarnos demasiado del mejor itinerario desde nuestros respectivos lugares de salida. Yo saldría de Sevilla el día 1, y nos veríamos sobre la hora del almuerzo del día siguiente. Desde casi a finales de mayo teníamos reservados pasaje para atravesar el Canal de la Mancha en el Eurotúnel, día 4 por la mañana, y embarcar en ferry hacia Irlanda para esa misma tarde, así que esas eran las fechas y horas fijas a las que debíamos sujetarnos. Por estos motivos decidí llegar hasta Huesca en mi primera jornada de viaje, 922 km, donde me esperaba Richi y... Jordi, que también decidió salir el día 1, y salir juntos desde allí

Salí tempranito, sobre las 7,20 de la mañana. Esperaba no pasar demasiado calor, y así fue. Hasta bien entrado en Castilla-La Mancha no subió demasiado la temperatura.

Antes de la hora del almuerzo hice una parada en Azuqueca de Henares, ya que había quedado con Nieves (Seveyn). Sólo un rato de charla, reponer líquidos y continué. Sobre media tarde empezó a refrescar y hasta me llovió, aunque nada importante. Nuevamente en Zaragoza pasé algo de calor, pero estaba a un paso de mi destino en esa etapa.

Una vez en Huesca sin novedad me encontré con Jordi, Richi y Raquel, su mujer, con gran alegría de todos. Al poco salimos a tomar una cerveza y a cenar. Coincidió que estaban en Huesca también Vestrum y su mujer en su viaje de vacaciones, a los que también conocimos.

Imagen

Sólo añadiré al respecto que quiero expresar desde estas líneas mi gratitud a Richi y Raquel por su hospitalidad.

A la mañana siguiente nos levantamos tempranito, ya que Richi nos acompañaría hasta la frontera con Francia, mostrándonos algunas de las rutas de su provincia. No íbamos directamente a Toulouse, sino que veríamos algo del Sobrarbe oscense.

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Paisajes, curvas... una maravilla. Tardaría bastantes días en negociar curvas como a mí me gusta.

Llegados al túnel de Bielsa paramos a desayunar, y a continuación cruzamos la frontera y al otro lado del túnel nos despedimos. Serían las once y media. A Richi se le notaban los dientes largos... ¡Richi, gracias otra vez!

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El camino por Francia fue de lo más aburrido. Debido a que atravesábamos pueblos (entre ellos Arreau, por donde pasamos también el año pasado) Jordi y yo decidimos ir en busca de la autopista más próxima; nos dimos cuenta de que no llegaríamos a tiempo de nuestro encuentro con Arturo. Y las autopistas es lo que tiene... Este verano me he hartado de hacer autopistas y autovías, bastantes más de 5.000 km he realizado en este tipo de vías. Me fui con la goma trasera recién puesta y he vuelto con ella plana por el centro. Hablaré con Albert, a ver si tiene solución...

La hora acordada fue las dos de la tarde, y puntuales estábamos allí. También Arturo llegó bastante puntual. Un abrazo y una foto a su llegada:

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Teníamos decidido desde antes de la partida ir a dormir a Limoges, donde teníamos localizado un hotel de una conocida cadena, y allá que fuimos, no sin antes parar en un área de servicio para comer.

Las autopistas francesas no se diferencian en mucho a las de cualquier otro sitio, son igual de aburridas. Con lo plana que es la mayor parte de este país, pocas veces veíamos otra cosa que no fueran bosques y bosques. Arturo comentaría que viéndolos se da uno cuenta de lo despoblada que está España de árboles...

Alguna vez, en algún alto, vimos valles frondosos, pueblos y ríos, y alguna que otra ciudad; pero el atravesar Francia fue para mí muy aburrido. Son horas y horas de gas, gas y gas. Ibamos a velocidades legales, no quería problemas con la Justicia francesa; todos sabemos que fueron los inventores de la guillotina.

Llegamos a Limoges, encontramos el hotel, y después de una ducha fuimos a cenar algo por la ciudad. Muy poca gente por las calles, nada de ambiente, así que aparcamos las motos, unas fotos, cenamos algo y nos fuimos a dormir prontito. En realidad esa fue la tónica de casi todos los días: levantarnos y acostarnos temprano, y es que el horario de las comidas por esos países tan raros era el que imponía todo. Cuando son ellos los que vienen a España se quieren quedar aquí, no sé por qué será.

Imagen Imagen

El día siguiente fue como el anterior, pista, pista y pista. Paramos a almorzar en Chartres, donde hicimos una pequeña parada turística para ver su catedral.

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Serían las 8 de la tarde cuando llegábamos a Calais, ya con el trasero un poco descolocado: una pausa en cualquier sitio para un cigarrito (yo era el único que fumaba) y estirar las piernas se hacía insuficiente para recuperar la sensibilidad.

Teníamos el hotel reservado, así que ducha, cambio de ropa y ¡a comerse el mundo!

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La mañana del día 4 estábamos puntualmente a las 7 de la mañana en el acceso al Eurotúnel. Son unas instalaciones magníficas, sin mucho que diferenciarse a las de un aeropuerto. Presentamos nuestros documentos obtenidos por internet (que llevábamos cada uno imprimidos desde casa) y tomamos un café para hacer tiempo.

En el momento de pasar el control inglés nos pararon para pedirnos el pasaporte. Cosa rara...

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Para los que no lo sepáis, se trata de un tren lanzadera que va y viene del continente a Inglaterra. Sus vagones son especiales, de gran altura. Se entra en su interior con el vehículo y en poco menos de media hora, bajo el Canal de la Mancha, estás al otro lado, tras atravesar los poco menos de 40 km que los separan.

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Atravesar el sur de Inglaterra de Oeste a Este fue más o menos lo mismo que lo recorrido hasta ahora: autopistas. El tiempo se estropeó y nos llovió bastante todo el tiempo. El asfalto era muy ruidoso y no drenaba nada. Mucho tráfico, sobre todo al sortear uno de los anillos de los alrededores de Londres y los aeropuertos de Heatrow y Gatwick, así como por las cercanías de Bristol y Cardiff. Al menos fueron gratis, como ya ha comentado Jordi.

Conducir por la izquierda tiene su gracia. Tienes que cambiarte el chip, y en principio es fácil: coges tu carrilito de la izquierda, y tira millas (nunca mejor dicho). En vías de más de un carril debes ocupar el más a la izquierda, a menos que adelantes a vehículos más lentos. Las rotondas tampoco es difícil, las trazas en sentido de las agujas del reloj, te sales cuando debes y ya está. Lo malo es cuando desembocas a una calle y tienes que girar haciendo un stop o un ceda el paso, momento en el que te tienes que parar a pensar. El movimiento reflejo es mirar a la izquierda; pues no, hay que mirar a la derecha por si viene alguien. Yo, por si acaso, miraba a los dos lados unas cuantas veces, sobre todo después del susto que me llevé al salir del hotel a la carretera pasada la primera noche en Irlanda. Miré a la izquierda, no venía nadie (normal...), y tiré. Un coche que venía por la derecha supongo que se dio perfecta cuenta de que sería guiri, e intuyendo mis intenciones ocupó el lado derecho de la calzada. Aunque me pasó cerca, me llevé el susto que os podéis imaginar. No me pitó, no hizo aspavientos ni nada. Cortés, educado y tolerante. Con un gesto de la mano le pedí excusas, por si me veía por el retrovisor.

Haríamos una parada para comer algo en un área de servicio. Obviamente, de comer como nosotros conocemos, nada de nada: hamburguesas y patatas fritas. Y seguía lloviendo:

Imagen

Sobre las cinco y media de la tarde llegamos a Fishguard para tomar el ferry a Irlanda, puerto de Rosslare. Estaba dejando de llover y nubes bajas cubrían el cielo. Fue una lástima, porque el paisaje desde los altos que rodean esta ciudad con su puerto prometía ser muy bonito.

Imagen

Poco más de una hora después entrábamos con las motos en el fast-ferry, no sin antes pasar la aduana. También ha dicho Jordi que fue a mí al único que pararon para registrar mi equipaje. Ya conocéis mi careto de mafioso y de malo, claro. Buscaban bombas, armas blancas y de fuego por las maletas y el baúl. Suerte que no miraron en la bolsa sobredepósito...

Imagen Imagen

Una vez aseguradas las motos en la bodega y acomodados nosotros, dimos orden al capitán de zarpar. Nos alejábamos de Inglaterra.

Imagen Imagen

Ese barco no debía tener bien las suspensiones. Probablemente debido a ello, me empecé a sentir mal. No dije nada a mis compañeros al principio por si eran cosas mías, pero terminé por salir a cubierta y... ya sabéis el resto, no entraré en detalles. Hay una foto por ahí, incluso, agarrado a la barandilla con las dos manos. Eso sí, muy derechito.

De las siguientes cuatro horas no tengo fotos, no estaba yo para tonterías.

Por fin, pisamos tierra firme y nos dirigimos al hotel que teníamos reservado. Era un B&B que estaba al lado del puerto, muy bonito y muy bien decorado, a la vez que acogedor. Ya habéis visto una foto de la habitación, pero contribuir a otro comentario de Jordi sobre tres moteros, tres bolsas sobredepósito, tres cascos, seis botas y nueve maletas. Estas son las fotos del "antes" y el "después":

Imagen Imagen

También tenéis ya noticias de la primera cena en Irlanda. Fue de lo mejor para conservar la salud durante largo tiempo. Cacahuetes (made in Spain) y pseudo-patatas Pringles. Afortunadamente, había cerveza:

Imagen

Después de dar un corto paseo para hacer la digestión nos fuimos al hotel a dormir.

La mañana siguiente amaneció muy buena, con sol. Después de desayunar recogimos e iniciamos nuestro recorrido por la isla.

Imagen

El primer destino era Johnstown Castle, uno de los muchos lugares que visitamos de gran belleza. Se trata de un palacete, y actualmente es un Museo de Agricultura y un parque botánico:

Imagen Imagen Imagen

Ese color verde fue una constante en los nueve días en los que recorrimos Irlanda.

También sabéis ya de las jugarretas de mi GPS. En realidad no fue tal, me llevaba por el sitio correcto. El fallo fue de Jordi, que planificó una carretera con Google Maps que nos condujo directamente, por un camino de tierra, a la casa de los Ó Conaill. No estaban, así que dimos la vuelta y volvimos por donde vinimos.

Continuamos camino. Esto es una parada en una de las muchas iglesias que hay por toda Irlanda. Me llamó la atención la situación de los cementerios, justo al borde de la carretera. Dice mucho de su cultura el hecho de no separarlos de las ciudades, de no apartarlos de la vista porque, en realidad, son hermosos:

Imagen Imagen

Tocaba visita a Rock of Cashel, un lugar precioso. Repetiré alguna foto, aunque no está de más. Como veis, mis fotos están completas para el que quiera abrirlas.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Hora de comer. Nos pusimos a buscar un sitio para comer algo. Aunque habíamos adelantado los relojes, también lo hicimos con los de nuestros estómagos, acostumbrados a comer algo así como... dos horas más tarde.

Por donde íbamos me volvía mirando las casas, las tiendas, los pubs... Me quedaba como hipnotizado. Todos son de colores, y todos distintos, jugando con tonos en paredes, puertas, marcos de ventanas... Hice montones de fotos a sitios así, a cual más llamativo y original. Iré poniendo fotos a lo largo del relato, incluso sin motivo; os sorprenderéis como yo.

Tomamos algo en An Caisleán:

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Castillo de Cahir:

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Seguimos hacia Cork:

Imagen Imagen

Bonita ciudad, alegre, viva, con mucha gente de un sitio a otro. Y una constante en todas ellas: limpia, ordenada y agradable de visitar. Muchas chicas guapas, de una belleza a la que no estamos acostumbrados por aquí: rubias, piel muy blanca, rasgos característicos. Y la que era morena y guapa... guapa de verdad.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Salimos de Cork camino de Blarney y su castillo, ¡otra maravilla de sitio!

Imagen Imagen Imagen Imagen

Ya os ha contado Jordi en qué consiste la tradición de subir y besar la piedra. Lo que no me ha quedado claro es si la elocuencia que adquieres era en tu propio idioma o en inglés... Yo no aprecié diferencia entre el antes y el después de Jordi y yo mismo y Arturo, que eligió quedarse esperándonos.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Se hacía tarde, así que continuamos ruta, buscando ya un sitio donde quedarnos a cenar y dormir.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Con estas carreteras secundarias había que tener mucho cuidado, crecía hierba incluso en el centro, pero eran preciosas. Ya ha comentado Jordi cosas al respecto, pero añado que el asfalto era en casi todos sitios bastante rizado, sin alisar compleetamente, lo que hubiera añadido bastante comodidad a la conducción.

Llegamos al pub del que hablaba Jordi, del que pondré fotos un poco más adelante. Justo enfrente había un grupo de jóvenes entrenando a uno de los deportes nacionales de Irlanda, el hurling. Se trata de una especie de hockey sobre hierba (cómo no...) con un stick especial, y la bola circula incluso por el aire:

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Ya sabéis la historia, nos recomendaron este B&B:

Imagen Imagen Imagen Imagen

El pueblo de Irlanda es uno de los más católicos de toda Europa, y además practicantes. En todos los B&B en los que estuvimos había una Biblia. Podéis verla en la foto de Jordi del interior de la habitación: se distingue en el estante de la mesilla.

Nos fuimos corriendo a cenar, si queríamos pillar algo, así que recalamos de nuevo en el pub en el que preguntamos. Un pub muy auténtico, con mucho sabor:

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Como quiera que lo de la piedra de Blarney no había surtido efecto (todavía), no me aclaré mucho con la carta, de modo que pedí pollo al curry que fue lo único que entendí. Nunca más.

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El whiskey que nos tomamos a continuación sí estaba bueno. Sin hielo, saboreándolo. Sabía distinto a cualquiera anterior...

A la mañana siguiente sonó el despertador tempranito, había que recorrer muchos km, nuevos sitios. No pude acostumbrarme a ese desayuno inglés. Eso de tomar salchichas, beicon y carne de lomo (y a veces mucho más) de buena mañana... como que no, así que yo desayunaba, a diferencia de mis compañeros, tostadas con mantequilla y mermelada o miel, y el café diluido que había por todos sitios.

Cuando parábamos a hacer fotos en un sitio u otro comentábamos la belleza del lugar, esto, aquello... Nos intercambiábamos en ocasiones las cámaras fotográficas, o nos fotografiábamos unos a otros.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Llegábamos a Mizen Head, explicado ya por Jordi. Había en el interior del edificio una exposición permanente de las instalaciones, de la punta de tierra y de lo que fue el faro, construido en un islote próximo, y ya desmantelado.

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¡Corre, Jordi, corre, que sale la fotooo!

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Foto desde el puente que da paso al islote con el faro actual:

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Después de ver todo aquello, y muchas más fotos, cogimos de nuevo las motos y nos dirigimos a Bantry, se acercaba la hora del almuerzo. Por todas partes vendían fresas, miel y patatas nuevas, incluso por la carretera.

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Muchos, muchos cuervos por Irlanda...


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Más vistas de la ciudad:

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Continuamos ruta. Parque a la entrada de Kenmare.

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Y seguimos:

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Llegábamos al Staigue Fort, la construcción megalítica de la que hablaba Jordi. Pero había al lado un rebaño de ovejas pastando, típicas con la cara negra. Llevaba el encargo de hacer alguna foto de estas ovejas por parte de una miembra del foro. Con todo cariño:

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Se trata de una construcción hecha en piedra sin cementar que sirvió de ciudadela en algún momento de la historia de esas tierras; tiene treinta metros de diámetro y una altura de seis metros. Ahí os dejo el cartel informativo. Está en gaélico e inglés:

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Como veis, gran parte de los carteles informativos están escritos en esta lengua autóctona de Irlanda. No hay muchos hablantes, de 20.000 a 80.000 (no me dio tiempo a contarlos), pero por parte del Gobierno se están haciendo políticas para recuperar esa lengua, que forma parte de su cultura. Muy bonita en su escritura, así como en su grafía, escrita casi siempre con un tipo especial de letra cursiva.

Las matrículas de los vehículos tienen el nombre de la ciudad donde son matriculados en esta lengua, y con su denominación original. Este es de Dublín:

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Nos vamos.

Decidimos ir a dormir a Killarney, con lo que terminábamos la vuelta a la península de Kerry. Recorrimos lugares a cual más encantador, paisajes para quedarse. La temperatura fresca sin hacer frío, aire puro... lo que un habitante de Sevilla busca en verano. Además, el tiempo nos respetó, ya que sólo nos llovería un día y medio, al final de nuestra estancia por Irlanda.

Imagen Imagen Imagen Imagen

Una vez en Killarney nos pusimos en busca del Castillo de Ross, al borde de la ciudad. Mi GPS nos llevó presto al lugar, no sin antes rodear un parque con una carretera cerrada al tráfico por medio. Por este motivo dice Jordi que dimos alguna vuelta. No es cierto, quizá estuviera él y su sentido de la orientación algo afectado ya. Mención especial para mi GPS, que se portó en todo momento de maravilla. Algún fallito dio, es cierto, pero fue debido a los mapas, pese a que estaban actualizados (desde aquí un millón de gracias, quien ya sabes).

Killarney es, como decía antes, para quedarse a vivir. Un parque de ensueño al borde del lago Leane, una ciudad pequeñita, sosegada, preciosa. Más pubs por metro cuadrado que de bares en Sevilla (algo generalizado en toda Irlanda), y en todos ellos un ambiente único. Calles limpias, sin ruidos, sin pitadas de coches (también algo general el nivel de educación de los irlandeses), ni aparcados encima de las aceras, sin empujones por éstas o tropezones... Toda la gente anglosajona generalmente es muy cortés, siempre tienen el "sorry..." o el "excuse me..." como salida rápida a cualquier situación, aunque no sea por su causa.

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Para dormir encontramos el Saratoga, de gratas evocaciones para mis compañeros de viaje. Lo peor fue subir en dos viajes las tres maletas, casco y sobredepósito a la buhardilla por una escalera muy estrecha. Cómo no, también había una Biblia en un estante del recibidor. ¿La encargada? Muy bien, gracias.

Si ducha ni ná nos cambiamos rápidamente y salimos a cenar, que cerraban. Encontramos un lugar atendido por no menos de siete chicas que no paraban de un lado a otro, y donde cenamos muy bien. Pero antes hice unas fotos:

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Y después:

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También nos fuimos a un pub a cerrar el dia con un vaso de Powers y música en vivo. Allí donde fueres, haz lo que vieres.

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#46 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Mariano.- »

Amaneció ese día un poco regular, pero agradable. Le teníamos dicho a la encargada que desayunábamos a las 7,30, a lo que nos contestó que los desayunos se servían a partir de las 8. Y eran las 8 menos diez cuando los tres estábamos listos y ella salía a comprar los avíos del desayuno. Por lo bajini, uno de nosotros dijo: "Pues como no estés aquí a las 8 te vas a enterar..." Risas tempraneras.

Fue puntual, así que no pasó nada.

Comenzamos el recorrido por la península de Dingle, una auténtica maravilla. Una carretera serpenteante con un asfalto tirando a regular, pero ni falta que hacía correr. Nos movíamos a cierta altura sobre el mar en ocasiones, pero casi siempre cerca. Verde, azul y nubes. Parábamos más de lo deseado, pero es que había veces en que no podíamos dejar escapar esa cala, esa playa, ese paraje o detalle que te hacía abrir los ojos más de lo que de por sí lo hacíamos, para sacar la cámara fotográfica y disparar mientras piensas... "esta imagen me la llevo conmigo".

Saliendo de la ciudad. Paisaje. Playa, había un trotón.

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Continuamos bordeando el mar. De vez en cuando entrábamos en alguna pequeña población o parábamos, como ya he dicho, en algún hueco en la carretera. A veces encendía un pitillo y a veces no, y descubrí que Jordi me miraba cómo fumaba... Jordi, no lo niegues.

Al borde de la carretera vimos una casa enteramente hecha de piedra, muy curiosa. Entré para verla, pero no observé nada distinto a una normal. Era un restaurante, y estaba totalmente acondicionado. A su lado había una canoa hecha en pellejo.

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Esta es la playa en la que se rodaron secuencias de la película "La hija de Ryan" (David Lean, 1970). La siguiente foto es de un lugar en el que paramos a tomar un café a media mañana, un sitio precioso, con una iglesia enfrente. Nos paró un matrimonio en bici con un niño pequeñito; él hablaba español, nos dijo que le gustaba mucho España, y Málaga en particular. ¡Y unas vistas...!

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No mucho más adelante subimos un pequeño puerto; por allí no hay mucho más... La carretera sí era bonita, casi todo eran "eses" enlazadas en pendiente. Pero aunque no fuera muy alto lo compensaban otras cosas al coronar:

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Poco más adelante, cerca de Tralee, parábamos en un "bar de carretera" para comer. The Station House, todo de 10: lugar, servicio, platos...

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Casi siempre, antes de los postres, salía cámara en mano a fumarme un cigarrito. El lugar debió ser una estación ferroviaria (de ahí el nombre del establecimiento), donde había un antiguo vagón. Y al otro lado de la carretera, un molino. Quise acercarme más para fotografiarlo por delante, pero hacía esperar a mis compañeros y todavía tenía que ponerme el casco, colocar el GPS, encenderlo, toquetearlo, conectarlo al Midland... Casi siempre les hacía esperar, y jamás ni una sola protesta. Gracias por vuestra paciencia.

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Se hacía tarde, y teníamos que estar prontito en Dublín para vernos con Xavi, Guriek-Strom, con quien habíamos quedado. Y debíamos llegar, encontrar el hotel (ya contratado), cambiarnos, y encontrarnos lo más puntualmente posible. Y eso a 300 km de distancia en un país que no conoces es muy arriesgado. Salíamos poco antes de las cuatro, y a las 8 llegábamos a Dublín cruzando toda la isla, de costa a costa. A la entrada de la capital mi navegador sí me jugó una faena; fue en parte culpa mía, pero había tal entramado de carreteras, entradas y salidas de autopista que... en una de estas me sali por una desviacion errónea, lo que nos obligó a dar otra pequeña vuelta. Aunque creo que ni Jordi ni Arturo se dieron cuenta. ¿...O sí?

Llegando a Dublín, fotos disparadas sobre la moto:

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Mi GPS, tan criticado, cumplió como un campeón. Nos llevó al hotel, sólo le faltó meternos en la camita, arroparnos y darnos un sonoro beso en la frente. Pero no lo encontrábamos, así que preguntamos a la policía del pais, la Garda, como dice Jordi en su crónica. Estaba a 50 metros, y habíamos pasado por delante de la puerta sin verlo.

Salíamos del hotel sobre las 10 de la noche, y había que buscar algo de comer. Vacaciones de contrastes en lo gastronómico: vista la hora que era tocaba un burguer.

Esta es la base del Spire, una aguja de acero de 120 m de altura en el centro de Dublín; puede verse en una foto anterior. Vista desde uno de los puentes sobre el río Liffey.

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Quedamos con Xavi en el Hard Rock, dónde si no. Era la zona del Temple Bar. Algunas de las reliquias que se exhiben en su interior.

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Por esta parte de Dublín había un ambiente animadisimo, gente de marcha por todos sitios, todo abierto, un pub, otro, otro, otro, otro... Como dije, más que en Sevilla. Es de suponer que si los negocios sobreviven y hasta van bien es porque hay demanda; de hecho estaban casi todos llenos de gente. Era viernes y había mucha gente joven disfrutando de la noche dublinesa.

Nos encontramos con Xavi y unos amigos suyos, y nos tomamos unas copas en el establecimiento que da nombre a la zona, como ya ha informado Jordi: The Temple Bar. Es algo distinto a lo conocido; de acuerdo, un bar, una barra, copas, cerveza, gente, música... pero no, se respiraba algo distinto a los bares de copas a los que estamos acostumbrados a frecuentar. No puedo explicarlo, id vosotros y lo comprenderéis.

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Sobre la una y media volvíamos al hotel. Queríamos levantarnos relativamente temprano al día siguiente para ver lo posible de la capitar irlandesa, donde estuvimos un día y medio en total.

Comprando recuerdos en Carroll's. Spire. Ayuntamiento. Entrando en el Trinity College.

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El Trinity College es la universidad más antigua del país, y tiene un gran prestigio a nivel internacional. Sólo visitamos el campus, no teníamos tiempo para hacer una carrera.

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El siguiente destino era el Guinness Store House, a donde decidimos ir andando e ir viendo la ciudad. Había un buen paseo, pero mereció la pena. (Ese pelo rubio me vuelve loco...)

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Entraríamos en uno de los muchos pubs que vimos a tomar una cerveza. Un pub precioso, donde además me puse al día con la prensa local. Una tónica general en todos ellos es la cantidad de grifos de cerveza diferente: seis, ocho, diez o más. Y todos de cervezas distintas, claro.

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Seguimos camino: Christ Church Cathedral y calles de Dublín, acercándonos a la antigua fábrica de la cerveza Guinness.

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El edificio es una maravilla. Se trata de la antigua factoría, y conserva exteriormente el aspecto de la arquitectura industrial de la época. Está rodeado de otros edificios en el mismo estilo. Pero el interior... En el centro hay una estructura de cristal que reproduce una pinta gigantesca. Como ya ha explicado Jordi, existe un recorrido para comprender su historia y el proceso de fabricación de la cerveza, así como tiendas de productos de la marca, recuerdos, etc., restaurantes... En el suelo del atrio tienen un facsímil del contrato de cesión de los terrenos de la fábrica durante el plazo de 9.000 años.

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Arriba del todo está el Gravity Bar, donde puedes degustar una pinta con unas vistas únicas de todo Dublín.

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Las dos y media, hora de comer. Aprovechamos que había restaurante para almorzar allí mismo. Por cierto, la mayoría de platos eran cocinados con cerveza Guinness.

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Salimos y fuimos a la sede de las destilerías Jameson, pero esta vez en taxi. Me senté delante, en el lado izquierdo, claro. Se me hizo muy extraño sentarme así en un coche y no tener un volante, como habéis visto en la foto de Jordi.

Ya ha explicado el paseo por el interior de las instalaciones de Jameson, por lo que no insistiré. Pero alguna foto más sí os pondré.

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Salimos, y empezaba a llover. No demasiado, pero te mojabas, oye, igual que aquí. Ibamos al hotel para dejar las bolsas que llevábamos y a continuación salimos para la nueva cita que teníamos con Xavi, y esta vez también con su mujer. Estuvimos en un pub de cuatro plantas, y es que todo el edificio era pub, podéis verlo en la foto. También ha explicado ya Jordi que un grupo se puso a tocar, y cómo sonaban... se te iban solos los pies.

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A las 9 habíamos quedado para cenar en el restaurante italiano del que ya ha hablado Jordi. Allí se reunirían con nosotros nuestros dos amigos de la noche anterior y dos chicas más, también amigas del matrimonio. Sobre el orden de los asientos, sorry, no se pudo hacer más...

Nos fuimos. Dando un corto paseo llegamos al Cafe en Seine, una disco alucinante, montada con un gusto exquisito. Un lugar para volver. El fallo, garrafal por cierto, era la música, ya que la calidad sonora no estaba ni muchísimo menos a la altura. Las fotos que tengo de ese lugar no son muy buenas debido a la falta de luz, por lo que no las subo.

También se ha comentado que a la salida cogimos un taxi, lo que fue en sí una aventura, y a dormir.
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Mariano.-
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#47 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por Mariano.- »

9 de agosto, salimos de Dublín en dirección al Ulster. Esa noche habíamos previsto pasarla en Belfast, con algunas paradas intermedias, sitios para ver.

Esa mañana fue casi toda de carretera, desviándonos incluso de las carreteras principales y metiéndonos por carreteras secundarias, estrechas y pintorescas, viendo el país por dentro: casas, campos, ganado. Era el recorrido original que habíamos previsto. Llegamos a la primera parada importante, el castillo de Trim. Aunque no entramos en su interior, sí dimos algún paseo rodeándolo para contemplar lo que se nos ofrecía ante los ojos, y que aquí os traigo:

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Sobre la una y media parábamos a almorzar algo. Fue en un pueblo del interior, no demasiado importante. Vimos un pub, una iglesia enfrente (Irlanda, recordad...), y allí que nos metimos.

Era un pub con mucho sabor; un bar de pueblo, que diríamos aquí: El gallo azul. Ya ha contado Jordi que estaba toda la concurrencia viendo ese partido; debía ser muy interesante, porque no quitaban ojo. Apenas nos miraron cuando entramos, y ni se inmutaron cuando hice una foto. No los describiré, vedlos vosotros mismos. En el pub sólo tenían para ofrecernos un sandwich frío de jamón y queso para comer, pero toda la cerveza que quisiéramos. No tengo ni que decir que nos quedamos.

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Ese "fútbol raro" que describía Jordi les picó también a ellos. Yo me dediqué a mirar por los alrededores del pub hasta que llegó lo que habíamos pedido, lo que había.

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No muy lejos de allí estaba la abadía de Fore, también digna de ver. No había casi nadie, pero no era porque no mereciera la pena. El paso del tiempo y la desatención hace que ese patrimonio se vaya deteriorando poco a poco, pero no deja de tener su encanto las ruinas de lo que otro tiempo debio ser un lugar precioso, como otros tantos lugares que hemos estado visitando.

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Belfast. Sin percibirlo, habíamos cambiado de país. Es cierto lo de las matrículas amarillas que decía Jordi, pero no te das cuenta hasta que estás rodeado de ellas; y sobre todo con unas señales de tráfico de velocidades anormalmente bajas; pero pronto te das cuenta de que están indicadas en millas por hora. Algo "raro" notas cuando no hay un cartel de bienvenida al país, una indicación evidente, algo... Esa sensación de extrañeza se acentúa cuando entras en una población y... si es Belfast, más todavía. Por las calles se notaba una frialdad que no tiene el país que acabábamos de dejar atrás, un ambiente menos alegre, quizá con menos color; no lo sé, pero se nota. No creo que influyera el no estar habituado a la distinta moneda, por ejemplo, pero... La gente es distinta, la raza, los modales, el vestido. Hasta un casi ignorante de la lengua inglesa como yo (pese a la piedra que besé en Blarney) nota que la musicalidad del habla en esa parte de la isla es distinta; el acento, otro; diferente la pronunciación. Sin dudar, me quedo con Irlanda, la "otra" Irlanda.

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Nos quedamos a dormir en el Holyday Inn, como ya ha explicado Jordi. Ducha, a vestirse de persona y a la calle. Cenamos en un estupendo restaurante italiano muy cerquita del hotel.

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En la cena pedimos a la camarera que nos atendió, además de hacernos una foto (la que ha puesto Jordi), alguna indicación para ir al barrio católico de Belfast. Pareció que habíamos nombrado al diablo: hasta se le cambió la expresión. Nos dijo que podía ser peligroso, pero nos indicó el nombre de una calle, tristemente famosa: Bombay St.

Ya en el hotel busqué en el GPS los puntos de Belfast que íbamos a visitar al día siguiente: además del mencionado, queríamos ver los muelles donde se construyera el Titanic. Mi lazarillo electrónico me mostró enseguida la calle, no muy lejana de la entrada en la ciudad que habíamos utilizado; entraríamos por el principio y recorreriamos la calle entera, bastante corta, saliendo por el otro extremo.

Como no madrugamos mucho ese día, eran poco más de las 10 de la mañana cuando circulábamos por Belfast, en una ruta turística que, aunque de triste fama, no dejaba de ser atractiva. Buscábamos los graffitis de las voces de los arriesgados jóvenes que protestaban bote en mano "manchando" paredes, lamentando y llorando a sus muertos, reivindicando su país, gritando sobre las fachadas por la cuestión religiosa, una excusa más para alimentar los enfrentamientos. Los encontramos.

Si Belfast era frío, este barrio era gélido. Aquí sí se notaba por las calles algo que no acertábamos a transmitir, pero nos mirábamos y sin decirnos nada nos decíamos todo. Rápidamente nos movíamos de un sitio a otro, robábamos una foto y nos íbamos. Al llegar casi al fondo de una calle mi GPS me indicaba que uno de los puntos que había marcado estaba ahí mismo, y fue cuando leí el nombre de la calle. No tenéis más que buscar por internet sobre lo que allí ocurrió hace años, aunque no fue muy diferente a lo que ocurrió en otros muchos lugares y en otras muchas épocas.

En mi caso no sé si sería porque estaba muy mediatizado, muy influenciado por oir durante tanto tiempo los informativos cuando era pequeño, en los que se hablaba de Belfast y Londonderry a diario, hablando de violencia, de atentados, bombas, matanzas... Fue visitar un lugar y comprobar sobre el terreno que lo que informaron los telediarios sobre lo que allí había ocurrido, efectivamente, no era falso.

Por todas partes habían lápidas conmemorativas con banderas tricolores, llantos blancos escritos en piedra negra. Llamadas a la lucha, descaradas denuncias, alegorías del horror, súplicas de paz. Personalmente, estaba sobrecogido.

"La historia está escrita por los vencedores", "Margaret Tatcher: Piénsalo de nuevo, no dejes morir en vano a nuestros bravos hombres", o "Honor a los muertos de Irlanda. Ponte un lirio de pascua", son frases que pueden leerse en las fotos que os traigo.

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En alguna medida satisfecho por haber encontrado la calle Bombay, enseguida me di cuenta de otra jugarreta de mi GPS: la calle no tenía salida. Cualquiera que pasara por la calle y viera tres tíos en tres motos cargadas sabría que no íbamos a visitar a ninguna tía Susan, sino que íbamos a la caza de la foto, no sin cierto morbo. Hubiera sido muy fácil para un grupo de chavales, por ejemplo, pararnos y al menos increparnos y darnos el susto. Tal como entramos, salimos: lo más rápido posible. Tambien... por respeto.

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Respiramos aliviados cuando decidimos irnos de la zona. Ibamos en busca de los muelles, hasta que encontramos el del Titanic; no sin cierta dificultad. En el aparcamiento donde dejamos las motos había verdina y musgo hasta en el asfalto, y es que allí riegan todos los días.

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Lo encontramos. Estaba todo en obras, pero detrás de esas vallas se construyó el símbolo de la grandeza humana, derrotada por su propio orgullo.

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Hacía rato que el tiempo amenazaba lluvia. Así fue, todo fue salir de Belfast y ponerse a llover. Afortunadamente no fue mucho, y el agua no nos estropearía la magnífica ruta hasta Ballycastle, al norte de la isla bordeando la costa. Ya ha contado Jordi algo sobre ella, y realmente es bonita. Buena carretera, pegada al mar, buen asfalto, montañas a la izquierda y pueblos al fondo.

Nos desviaríamos un poco de la carretera principal, muy al estilo V-Strom, para ganar algo de altura, ver pueblos costeros y, sobre todo, paisajes.

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Llegaríamos a Ballycastle a eso de las 2. Almorzamos (muy bien, además) en el restaurante que podéis ver, tras las cristaleras, en un pueblo encantador, con un pequeño puerto de ensueño y unas vistas... otro sitio para quedarse a vivir.

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De ahi al puente de cuerda de Carrick-a-Rede que comenta Jordi no había más que un un cuarto de hora de moto, pero tardamos algo más porque no tuvimos más remedio que parar. Estos fueron los motivos:

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Ya sabéis por Jordi del por qué no pasamos por el puente. Fue una lástima, pero no pudo ser, habríamos empleado el resto de la tarde en ello. ¿Alguien se viene conmigo para otra ocasión?

Otra foto de ovejas, a petición, como la otra, de... ¡Morristrom! Lo siento, Espe, revelé el secreto.

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También estaba cerquita, un poco más allá, el Giant's Causeway, la Calzada de los Gigantes. En su crónica, Pumuki nos hablaba de la leyenda de su origen, y más arriba, Jordi sobre los aspectos de la génesis de la zona, el enfriamiento de la lava, el sistema hexagonal de la cristalización del basalto y el origen ígneo del mismo, con lo que no insistiré; aunque se le ha olvidado decir que está declarado como patrimonio mundial por la UNESCO desde 1986. También diré que es un lugar curiosísimo y sorprendente. Ahí van unas cuantas fotos:

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Como a diez minutos de allí había otra parada, el castillo de Dunluce. Empezaba a ser tarde cuando llegábamos, sobre las seis y media de la tarde. Pero merecía la pena verlo, os explicaré por qué:

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Teníamos una hora hasta Londonderry, lugar elegido para dormir, así que no nos podíamos entretener demasiado. De esta ciudad no vimos gran cosa, el tiempo apremiaba y teníamos mucha ruta por delante todavía. Mi aparatito electrónico nos llevó hasta una plaza casi cuadrada, The Diamond, con cuatro accesos, y un arco en cada uno de ellos. En el centro de la plaza había un monumento a los caídos en las dos guerras mundiales. Casi las ocho de la tarde y casi nadie por las calles...

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Ya ha contado Jordi lo del lío del hotel. Nos costó trabajo encontrar el que buscábamos, pero al final dimos con él. Estaba en las afueras, y había una bonita vista desde su cuarta planta; eso si quitamos el polígono industrial que se ve en primer término, claro. En el estupendo restaurante que había pasamos un buen rato de charla, como siempre. Y luego, copita en el pub del mismo establecimiento. Curioso e impresionante cómo montan por estas latitudes sus pubs, todo en madera y con detalles sorprendentes, como el reloj que coronaba el centro del espacio destinado a barra y camareros.

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Y poco más que contar de ese día, más que tomamos las decisiones para la vuelta, camino a seguir, ferry, etc. Nuestra vuelta por Eire se acababa...
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#48 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

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Salíamos de Londonderry. A las afueras pasábamos la frontera de nuevo a Irlanda. En silencio, sin apercibirnos. Sin carteles, sin bienvenidas... nada. Algo raro parece que hay allí. Parece un acuerdo tácito entre ambas partes por deslizar la cuestión, de que no hayan recordatorios de que cambias de país, como si quisieran que pensaras que nunca has cambiado de una "propiedad política" a otra. Cosas.

A pesar de lo mal que pintaba ese día, fue de las rutas más bonitas que haya hecho o pueda hacer en mi vida. Lo que quiere decir que si el tiempo hubiera acompañado habría sido superlativa.

De ese día tengo pocas fotos, sobre todo de la mañana. Al ponerse a llover, nos pusimos el traje de agua, y es más jaleo para sacar la cámara fotográfica, aparte de que las nubes bajas y niebla que había en ocasiones arruinaban cualquier foto.

Esa mañana fue ruta, ruta, ruta, y casi siempre circulando por carreteras muy estrechas, muy curveadas, lentas y con bastante tráfico. El agua, además, obliga a reducir la velocidad, con lo que recorres menos distancias. Y en ocasiones llovía bastante.

Paramos en Cosy Joe's a comer, en Sligo. Había mucho tráfico, muchos coches aparcados en la calle, con lo que tuvimos que aparcar cada uno donde pudo. Tomé una sopa de pescado calentita que me sentó muy bien. No hacía demasiado frío, pero con el agua se agradecía.

Algo muy común en todos los pubs y lugares para comer era la poca iluminación que tenían, todas las luces eran tenues. Supongo que para tomarse una copa bastará, pero si te tenías que fijar en una carta casi costaba trabajo. También he de decir que casi nunca me traía las gafas, por lo que siempre ponía en un aprieto a Jordi para que me tradujera la carta.

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A las cuatro y media de la tarde ya estábamos en la abadía de Kylemore. Un sitio precioso, pero muy deslucido por el mal tiempo que nos hizo. Con sol tiene que ser una maravilla. Al menos, ésta parecía enterita y en buen uso.

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No tardamos mucho en irnos de allí con destino Cong. Nuestra intención era buscar, si existiera, la casa donde se rodó "El hombre tranquilo" (John Ford, 1952), en esa localidad. Suponía volver atrás unos km y tomar una desviación hacia allí, por lo que volvimos sobre nuestros pasos. Fueron unos 50 km preciosos, en los que afortunadamente nos dejó de llover y pudimos parar en algunos sitios para tomar fotos. También había menos tráfico, con lo que, con todo, la ruta fue más tranquila y para disfrutar.

Esto es Irlanda:

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Bordeábamos el lago Mask, por unos parajes increíblemente bellos. Cada sitio que mirábamos era un paisaje para fotografiar, a la vuelta de cada curva veíamos algo mejor que lo anterior, así que sin poner intermitente ni nada me salí en un mirador al borde del agua:

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Sobre las seis de la tarde llegamos a Cong. Hicimos una parada en el pueblo para disfrutar de lo bello y apacible del entorno. Una abuela con su nieta, sentada en un banco, daba de comer a una cantidad enorme de patos allí reunidos, en las aguas de un tranquilo rilo. Un puente lo cruzaba, y aproveché para hacer unas fotos.

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No encontramos la famosa casa por más vueltas que dimos; supongo que no preguntamos lo suficiente. Aunque sí existe; posteriormente he encontrado su localización por internet, la podéis ver aquí. Lástima...

Nos dirigimos a Galway para buscar un sitio para dormir. Encontramos un lugar a las afueras, con las motos al ladito de la habitación. Se puso a llover, qué raro... Como estaba algo lejos del B&B, fuimos en taxi. Preguntamos al conductor por un lugar para cenar, y allá que fuimos. Un pub precioso, como la inmensa mayoría de los que disfrutamos. Había dentro, en el hueco de la escalera, hasta un árbol entero; seco, claro, y lo habían metido por la claraboya del techo por piezas. Traigo una foto de Arturo, con su permiso, para que lo veáis.

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Tocaba luego otro whiskycito, claro. Taxi de vuelta (la furgoneta que comentaba Jordi), y a dormir, no sin antes echar un vistazo a las motos, mojándose a la intemperie.

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El día 12 tocaba ir a visitar los acantilados de Moher. En el camino encontramos un paraje que llamaba la atención. Hicimos una pequeña parada, y mientras me fumaba un cigarrito, Jordi y Arturo bajaron a verlo más de cerca.

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El día se estropeaba más y más, con una niebla que no dejaba ver más allá de 50 ó 100 metros. Llegamos a las instalaciones de los Cliffs of Moher, centro de acogida y exposición, pero... nada de nada, en los aparcamientos no se veía más de 50 m, y una lluvia fina que empapaba todo. Fue una auténtica pena. Nos pararon dos españoles en un coche alquilado, que nos dijeron que seguían la misma ruta que nosotros desde el día anterior, y que nos habían visto parados en varios lugares. Añadieron que siempre me veían fumando, jeje.

Nos fuimos de allí en direción a Limerick, donde almorzaríamos. Jordi había quedado allí, además, con un amigo de la infancia para verse, ya lo ha explicado. Nos conocimos todos, un momento de saludos y charla, algunas fotos, y nos fuimos en busca de un pub para comer. Fue en The Horse and Hound, a la salida de la ciudad en dirección Wexford, y ya acercándonos a puerto para terminar nuestra estancia en Irlanda.

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No exagero: ocho grifos de cerveza en todos los pubs (o más): Carlsberg, Busweiser, Guinness, Smithwick's, Heineken, Foster's, Beamish, Bulmers...

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Salíamos. Alguna parada más en medio de la carretera; hay algo que te llama la atención al borde del asfalto, y...

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Por fin, llegamos a Wexford, ciudad muy bonita y con puerto. Encontramos una posada, un B&B, que estaba muy bien. También la posadera. Repito alguna foto de las que ha puesto Jordi, por si las queréis ver más en detalle.

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No se nos ocurrió otra cosa que ir a cena a un restaurante chino, a precios de allí: caro. Después, Jordi y yo nos dimos una vuelta para ver el ambiente, ya que prometía, a juzgar por las chicas que se veían por la calle. Ya sabéis por Jordi que nos metimos en un pub a tomar algo. Un rato de charla, y de vuelta a la posada a dormir.

Para el día siguiente sólo teníamos unos 18 km hasta el puerto, donde tomaríamos el ferry hasta Francia, evitando pasar de nuevo por Inglaterra, así que ese día nos lo tomamos con mucha tranquilidad. Salimos con ropa de calle, para pasar ese día y la noche con ropa cómoda. Dimos una vuelta por la mañana por la ciudad, haciendo fotos aquí y allá:

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Salíamos de Wexford sobre las doce menos cuarto y, cómo no, alguna parada por el camino. Como íbamos bien de tiempo, nos desviamos para ver el pueblo de Rosslare y sus playas. Y llegamos al lugar de origen, donde pudimos comer decentemente, esta vez sí.

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El el muelle esperaba ya el "Oscar Wilde", que nos llevaría hasta Roscoff, Francia. Nuestro último brindis en Irlanda y, cómo no, con una buena pinta. Después de comer, embarcamos, aseguramos las motos y ocupamos nuestra butaca. A las cuatro de la tarde zarpábamos. ¡Mr. O'Higgins, vámonos ya!

Adiós, Irlanda, espero volver.

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Para matar el tiempo nos dedicamos Arturo y yo a explorar el barco en las zonas visitables, a ver sus cubiertas y sus locales. Al principio los dos, y a diferentes horas yo solo. Tenía un cine, pubs, diferentes restaurantes... Pregunté a Mr. O'Higgins por la lancha de salvamento; me tranquilizó saber que había un sitio en ella reservado para mi moto. Al piloto de esa chalupa no se le ocurrió otra cosa que pasar por delante del barco justo cuando zarpábamos, y con lo mal de frenos que andan estos ferrys...

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Un cafelito a media tarde y una vista hacia popa.

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Tormenta de lluvia al lado de un hueco por donde se colaba el sol. Cenando, ya casi cerraban. ¿Me permitís una última en el barco?

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Llegábamos a las 10,30 a Roscoff, desembarque y salimos a desayunar algo. Yo tenía esa necesidad (aparte de mala costumbre), pero ni Arturo ni Jordi desaprovecharon la ocasión para hacerlo por segunda vez, como contaba Jordi en su relato.

Nos esperaba un día muy animado, de autopista, autopista, autopista, pasando por Rennes, Nantes, Riort hasta Burdeos, algo así como 670 km. De esta jornada no hay demasiado que contar, como podréis suponer. Pero sí que empezó a hacer calor, con lo fresquitos que habíamos estado hasta ese momento.

Por fin llegamos a un hotel que nos recomendó mi GPS, y pudimos hacer una comida algo más cercana a lo que estamos acostumbrados: ¡había pan! Recuerdo que Jordi dio buena cuenta de unos escargots y yo hice lo propio con un maigret de pato de primera. Lo regamos con un burdeos, cómo no. Cafelito y una copa de armagnac.

Ya teníamos decidido que ahí se separarían nuestros caminos. Arturo se levantaría temprano para llegar cuanto antes, y Jordi y yo quedamos para tomar un café de bon matin. Y así fue. Abracé a Arturo y le deseé buen viaje cuando nos retiramos a dormir, y a Jordi cuando calentábamos las motos el 15 de agosto por la mañana. ¿La próxima? Ya veremos, no queráis saberlo antes que yo.

Mi siguiente destino era La Coruña, donde quería pasar unos días con mi familia. Tenía 940 km por delante que quería cubrir en ese día, para mí solito. Bayona, Irún, San Sebastián, Vitoria, Miranda de Ebro, Burgos, Carrión de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada, Lugo y por fin, la bonita ciudad de La Coruña.

En este trayecto fue donde tuve el único susto con la moto, la única ocasión de peligro en este viaje (aparte del primer día en Irlanda, que ya conté). Me desvié hacia el pueblo leonés de Santas Martas para comer algo, y en el bucle que forma la salida de la autopista para pasar por debajo pisé una de esas grietas que chapuceramente rellenan con alquitrán líquido, esos rellenos-trampa. No iba demasiado deprisa, pero la rueda perdió adherencia al pisar ese relleno, lo que ocasionó que se desplazara lateralmente cierta distancia. Afortunadamente, agarró otra vez al pisar asfalto. La moto había perdido ya la trayectoria, con lo que me acercaba peligrosamente al suelo sucio y lleno de tierra y grava de la parte exterior (por lo que no debía tumbar más ahí para recuperar mi trayectoria) y, lo que es peor, al guardarrail. Conseguí, con suerte, enderezar la moto y su trayectoria y la cosa quedó ahí. Ya se ha dicho más de una vez por aquí, pero... ojo con estas grietas. Si llega a ocurrir en mojado no habría tenido solución.

Pasé cinco días en los que pude descansar y estar en familia, disfrutando de las personas a las que quieres.

En estos días establecí contacto con gente de Comando G, que ya tenían conocimiento de mis planes. Y no eran otros que pasarme por Santiago y liarla por allí. Por eso pedí su ayuda.

Aquí, con Totemsgo, con quien compartí un rato de charla y un café a media tarde en Santiago. ¡Un abrazo, Tom, gracias por acudir!

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Más tarde me encontraría con Fernando, Fercoba. Después de cambiarme de atuendo saldríamos a encontrarnos con una pandilla a la que no conocía en su mayoría: Yoli, Loli66, Rosa (Lomeaco), Toni (Toni66), Alex (Petruski) y María (Petruska). Juntos nos fuimos a cenar a un restaurante de esos guais, de nouvelle cuisine, de lo más chic de los alrededores de Santiago, en la 19ª planta de un edificio todo de cristal y cemento, de esos inteligentes, que regulan solitos la temperatura y la humedad... Aparcamos en el sótano quinto. Tengo que decir que yo no tenía pase para este club privado, pero ya se habían hecho las gestiones oportunas para que yo no tuviera ningún problema, pese a no llevar corbata.

Venga, algunas fotos:

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Os doy las gracias a todos por acudir y hacer de esa cena algo muy grato.

A la mañana siguiente vendría Alex a recogerme en su moto. Me llevaría a hacer una ruta desde Santiago a Orense, donde nos reuniríamos de nuevo con Fernando para seguir de ruta por la tarde, cuando acabáramos de almorzar.

- Por favor -le rogué-, que no sea por autopista...

Supongo (o debo suponer), que no fue por darme envidia, pero cuando salíamos me cedió su moto para que la probara. Es uno de tantos que ha pasado de la V-Strom para pasarse a otro lado, aunque no tan oscuro como otros. Así que tomé los mandos de su Triumph Tiger 1050 y... salimos. No voy a hacer aquí una glosa de sus virtudes o defectos porque ni es el sitio ni el que escribe el adecuado, pero me pareció una maravilla. No tengo intención de cambiar de moto, pero alguna vez que me he preguntado por mi siguiente moto, no lo tenía nada claro. Pero ahora...

Tuvimos la suerte de que nos tocó un precioso día, fresco y luminoso, 100% para ir en moto. Desayunamos en A Estrada, y continuamos ruta por zona de curvas, con un asfalto impecable. Estaba deseando tomar curvas como a mí me gusta, porque llevaba muchos miles de km sin trazar como Dios manda.

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Sobre las dos estábamos en Orense. Habíamos quedado en casa de Fernando, donde solté las maletas. Mi conducción cambió sin el peso extra que supone el equipaje. Los tres comimos en un bar cerca de su casa (todo muy light, además) y... más ruta. Fuimos hasta Allariz, por donde estuvimos paseando algo y viendo cómo ha quedado el pueblo después de una restauración de la inmensa mayoría de sus casas y de su casco histórico, utilizando la piedra como elemento principal, y recuperando con ello la arquitectura de la zona. Una maravilla...

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Sobre las cinco de la tarde Alex debía dejarnos, así que nos despedimos. Habrán más rutas, Alex.

Fernando y yo continuamos un rato más por Allariz, y es que había mucho más que ver:

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Después me llevaría a ver un castro enorme en la Parroquia de San Amaro. Y es que mi buen amigo Fernando quería enseñarme toda Galicia en esa tarde, y con el calor que hacía. Se trata de una construcción celta de las mayores de Galicia, y que no es muy conocida por el gran público. Y yo que ya llevaba quince días viendo restos con un pasado celta... Pero fue muy interesante.

A destacar la teoría de Fernando. Según él, los pobladores celtas de esa época eran muy bajitos, a juzgar por el tamaño de los escalones utilizados en sus construcciones. Ya se sabe, tenían las piernas cortitas y no podían con un escalón más alto. El calculaba para sus ancestros la estatura de un actual niño de cinco o seis años. Ahí queda el dato.

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En su empeño en mostrarme su tierra (toda su tierra), nos hicimos una ruta de la que hablé aquí. En Rivadavia paramos a tomar algo, y es que hacía calor. Fue donde hicimos la foto de la bandera del IV Encontro Iberico V-Strom; podéis ver esa foto aquí. Al poco cruzábamos el Miño, de vuelta a Orense.

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Nos acercábamos (por fin) a Orense. Paramos cerca de la instalación de aguas termales de Outariz, de uso público y gratuito. Porque no llevaba bañador, que si no...

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No contento con enseñarme parte de lo más granado de su Orense, me subió a una urbanización cercana a la ciudad, desde donde se divisa casi toda ella, a una altura de unos 150 m

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Llegamos a su casa, nos cambiamos y esperamos a que llegara Yoli. Los tres juntos nos fuimos a cenar productos de la tierra, pese a mi insistencia en ir a un burguer:

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Nos íbamos ya a la camita. A mí me esperaba al día siguiente una jornada de 788 km de animada ruta. Ya sabéis, de... autopista. Además, la previsión meteorológica no presagiaba nada bueno para los últimos 400 km.

Me levantaría temprano, pero tampoco demasiado, sobre las 8. Quería tener terreno avanzado para cuando empezara a apretar el calor. También se levantaron Yoli y Fernando para despedirme. Así que después del café que me ofrecieron y de recoger mis cosas, nos dimos un abrazo y un "hasta la próxima". Supongo que sabéis que os estoy muy agradecido por vuestra hospitalidad y cariño.

Fernando me explicó por dónde debía de salir (y yo: "si, si, si..."), pero como no entendí las calles por las que debía pasar, cosa que él tiene muy trillada, preferí hacer caso a mi GPS, sabiendo lo embustero que es a veces. Sólo tardé cinco minutos más de lo que lo habría hecho si hubiera asimilado lo que él me había sugerido.

Mañana fresquita, igual de buena que la anterior. Desayuné en A Gudiña, conocida por mí del año pasado. Por Zamora cambié la chaqueta de invierno (por supuesto sin forro interior) por la de verano, pero fue llegar a la provincia de Salamanca y subir la temperatura muchos grados. En la de Badajoz ya era demasiado, cuando llegué a Andalucía, tremendo. Llegué a casa pasadas las seis de la tarde, con 40º, en uno de los días más calurosos del verano. Sevilla parecía Londonderry, no había nadie por las calles.

Y esto es lo que ha dado de sí esta crónica sobre mi viaje, nuestro viaje de verano.

La moto se ha portado fantásticamente, ni un problema. Sí tengo que decir que ha consumido mucho aceite, cosa que viene haciendo en los últimos tiempos. Para ello llevaba una garrafa con la que iba reponiendo cuando lo veía necesario.

Desde que salí de casa hasta que volví he realizado 8.254 km, de los cuales 2.523 han sido en Irlanda. He empleado para ello 468,55 litros de gasolina, con un coste total de 543,64 €. Esto resulta un consumo medio de 5,55 litros cada 100 km. El precio más caro que he pagado por ella ha sido de 1,410 € por litro en alguna gasolinera de Francia, de Limoges a Calais; mientras que el más barato ha sido de 1,059 € por litro en una gasolinera cercana a Alcalá de Henares.

Y creo que no me dejo nada...
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rodman
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#49 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por rodman »

Tiene una pinta muy buena la cronica y las fotos,solo echandole un primer vistazo rapido :good: ,se merece leerla relajado y con tranquilidad.....
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hudsin
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#50 Re: Aires de Eire: LA CRÓNICA

Mensaje por hudsin »

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Que viaje que te has pegado tio!!!!!!!!!!!!!!!!! y que majos los compañeros de viaje :descojono: :descojono:

Buena crónica, Mariano, como siempre. :ok:
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